Capítulo 1

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«A las diez en casa de Ginna, sin pulseras. Peli de terror. Traed suministros. Pásalo».

Leo la notita bajo la mesa, asegurándome de que el profesor no me ve hacerlo. A continuación se la doy a Trevor, que está sentado a mi lado, con cara de dormido. No puedo evitar sonreír un poco cuando me mira sobresaltado por mi golpecito en su pierna. Se frota la cara con una mano, como si eso fuera a espabilarle, y coge la nota. Centro la mirada en el profesor de nuevo, que explica algo de economía con tono monocorde.

No me extraña que Trevor se quede dormido. Estamos sentados cerca del radiador y hace un calorcito muy agradable teniendo en cuenta que fuera caen unos suaves copos de nieve. Y el profesor no ayuda. Ni él está prestándose atención. Olivia suele decir que puede hablar sin escucharse a sí misma, y me queda claro que a este hombre le pasa igual.

Mi mejor amiga me mira. Estamos conectadas, o eso dice también. Alza un pulgar hacia mí. Debe saber que he pensado en ella. Yo no creo que estemos conectadas, creo que es una bruja, pero quizá ha detectado mi vista en su nuca. Señala la pulsera con disimulo y yo asiento. Ella también ha leído la nota.

Es alucinante lo bien que podemos entendernos con gestos en mi clase. Estamos muy unidos, según mi padre, no ha visto un grupo tan uniforme nunca en la ciudad. No somos muchos, en clase unos dieciocho, pero hay cuatro o cinco que, o bien van a su bola o bien no aparecen por aquí. El resto nos llevamos genial. Somos los mejores amigos del mundo. Nos conocemos desde los tres años, quizá sea por eso. Y nos complementamos bien, no suele haber discusiones entre nosotros que se alarguen más de un par de días.

Trevor aprovecha cuando el profesor se da la vuelta para pasar la nota a Thiago, que parece aún más dormido que él. Casi me río de nuevo y capto la mirada de Ginna, que alza las cejas un par de veces. Sé que tiene preparado algo bueno, siempre lo hace. Es la mejor organizando fiestas.

Sus padres trabajan en el laboratorio y a veces se pasan semanas enteras sin ir por casa. Ella nos invita entonces. Sé que en el fondo se siente sola y por eso lo hace. Seguro que se limitaría a quedarse con su novio si pudiera, pero él vive en otra fracción y no puede pasar las noches fuera tan a menudo como les gustaría. Aun así, Barnett mola un montón y nos alegra verle en nuestras fiestas.

Barnett es mayor que nosotros, creo que tiene unos veinticinco o veintisiete. Nosotros estamos en el último curso de instituto, así que los más mayores de clase tienen diecisiete, el resto dieciséis. Él es militar. Sé que da miedo dicho así, pero Barnett es el militar más majo y buena gente de toda la Contención. Un tío diez. Además, conoce todos los trucos con ordenadores posibles, y es capaz de burlar la seguridad de con-net y conseguirnos películas de todas partes del mundo.

No sé muy bien cómo se conocieron Ginna y él, pero apareció tras un verano diciendo que se casarían cuando ella tuviera dieciocho y se largarían de la ciudad. Yo me alegro por ellos, aunque me da un poco de envidia, siempre he querido salir y ver lo que hay fuera. Verlo de verdad, no a través de una pantalla.

Un nuevo papelito llega a mi mano, este es de Trevor. Sonríe y unos rayitos de sol parecen impactar en sus ojos marrones, aunque no debe ser verdad, porque sigue nevando. Se aparta un mechón de pelo rizado de la frente. Está genial hoy y eso que solo lleva una sudadera clara. Contrasta de alguna forma con su pelo negro y su piel bronceada. Es guapo todos los días, pero hoy no puedo dejar de mirarle.

Siempre dije que nunca me enamoraría de nadie de la ciudad, porque eso me ataría aquí, como le pasó a mi madre. Ella es de fuera, vino por un trabajo y se enamoró de mi padre. Se quedó, tuvo dos hijos y jamás ha podido volver a irse, porque mi padre es un enamorado de la ciudad. Y de la comodidad de su vida. En cualquier caso, nunca quise mirar a ningún chico por eso. Sin embargo, lo mío con Trevor fue un flechazo.

La Contención - *COMPLETA* ☑️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora