Capítulo 10

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El resto de la clase vuelve, pero Thiago no lo hace y ni los militares consiguen acallar la conversación. Trevor y yo le contamos a todo el mundo lo que ha pasado y nos pasamos pidiendo explicaciones a gritos durante media hora al menos, aunque ni los dos militares ni el profesor nos responden. Sinceramente, y por romper una lanza a favor de los tres adultos, diré que no les dejamos meter baza, aunque tampoco creo que fueran a explicarnos nada.

―¡Vale, silencio! ―nos ordena uno de los militares con un grito que nos calla al fin―. Estamos viviendo una situación excepcional. Vuestro amigo está bien y volveréis a verlo muy pronto. Ahora lo mejor es que os tranquilicéis y continuéis con las clases con normalidad. Además, lo anunciaremos después de las clases, pero os voy advirtiendo de que el toque de queda se va a adelantar temporalmente. A partir de mañana solo podréis salir para venir a clase y, tras estas, cualquier alumno que encontremos en la calle será detenido y multado. ¿Queda claro?

―¿Cuánto tiempo? ―pregunta Andrew haciéndose oír sobre el murmullo que vuelve a estallar en la clase.

―Hasta que la presidenta Wilson diga lo contrario ―nos dice el otro militar, que tiene cara de malas pulgas―. Y nada de fiestecitas saltándoos la cuarentena, porque sabemos que fue esta clase la que lo hizo. La próxima vez os detendremos a todos. Ya veréis que divertido es pasar el tiempo en el calabozo, solos, sin vuestras familias...

La amenaza nos tensa a todos. ¿Cómo pueden saber que estuvimos en casa de Ginna? Seguro que es culpa de mi padre, que se habrá chivado a los de Ginna y ellos a los militares. Tenía que haberle dicho que salí solo con Olivia. Un golpeteo en la puerta nos hace guardar silencio de nuevo y otra profesora se asoma a la puerta.

―¿Leslie, puedes salir un momento? ―pregunta desde allí.

―No, ¿por qué? ―Me aferro a la mano de Trevor, que parece asustado de pronto y me aprieta los dedos.

―Tu padre ha venido a buscarte, a ti y a tu hermano. Quiere que vayáis con él.

La mención de Bradley es lo que me pone de pie. ¿Y si él también está enfermo o lo que sea que le haya pasado a Thiago? Le murmuro a Trevor que hablamos por el móvil esta tarde y casi corro fuera del aula mientras me pongo la chaqueta y sujeto la mochila como puedo, sin frenar. Nadie me dice nada, pero el corazón me duele contra el pecho. Mi padre está fuera, en la carretera, apoyado en la vieja furgoneta familiar. Bradley llega justo detrás de mí, antes de que me dé tiempo a preguntar nada a mi padre.

Le sujeto las mejillas y apoyo la mano en su frente, pero parece estar frío. De hecho, está más frío de lo normal, porque va con la chaqueta en la mano, el muy idiota, y no hace temperatura para eso.

―¿Qué pasa, papá? ―pregunta Brad, soltándose de mi inspección.

―Subid ―nos pide, mientras coge las dos mochilas para dejarlas en el maletero.

Yo subo en el asiento del copiloto, Bradley lo hace atrás. Ambos estamos tensos, no hace falta que hablemos para saberlo. Mi padre sube un momento después y arranca sin pronunciar palabra. Se le marca el músculo de la mandíbula y le palpita, parece asustado.

―¿Por qué has venido a buscarnos, papá, qué pasa? ―pregunto temblorosa.

Cada cosa que pasa es como una pieza más del domino cayendo y sé que esto no acabará bien. Estoy aterrada.

―Tengo un buen amigo militar, me ha dicho que se van a poner muy estrictos, que está pasando algo. No quiero que os asustéis, pero... Iremos a comprar provisiones y luego nos quedaremos en casa unos días, hasta que todo pase. ¿Vale?

Acelera un poco y, pese a sus palabras, sé que no está todo tan controlado. Está asustado de verdad, y jamás he visto a mi padre asustado. Consigue que el miedo me paralice a mí. Sin embargo, no quiero asustar a Bradley, que parece a punto de echarse a llorar, así que guardo silencio.

La Contención - *COMPLETA* ☑️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora