Capítulo 33

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Tengo mil preguntas. O quizá un millón, pero no puedo hacer ninguna, porque una puerta delante de nosotros se abre con un empujón y entra otro de esos seres sin ojos. Bradley me quita la pistola de un tirón y dispara dos veces. El ser cae de espaldas, con dos tiros en la frente. Estoy a punto de gritar, porque se ha movido tan rápido que apenas he podido procesarlo. Luego me devuelve la pistola y tira de mi mano.

Keanu va delante. Cojea un poco. A mí me ha vuelto el dolor del pie y de la cabeza, supongo que por el estrés y el desconcierto y yo qué sé. Es insoportable, así que cuando llegamos a unas escaleras de hormigón que bajan y me quedo un par de pasos tras ellos me tomo otra pastilla.

Bradley adelanta a... Keanu (sé que es él, de alguna manera lo sé, pero no puedo procesarlo) y empuja una puerta metálica con el hombro. Esta cede al tercer golpe. Porque mi hermano ahora es una masa de músculo. Mierda. Solo me apetece tirarme al suelo, sujetarme las sienes y llorar hecha una bola mientras mi cerebro trata de procesar que mi hermano parezca un culturista y uno de mis amigos ahora sea un monstruo. Y que el resto han muerto. Y que mi novio ha intentado matarme.

―Necesito explicaciones ―les digo, cuando llegamos de nuevo a la calle.

Sin embargo, no me responden. Mi hermano vuelve a cogerme de la mano. Keanu va delante. Tengo la sensación de que sabe que no soporto mirar lo que es ahora, porque da un miedo que te cagas. Quiero decir, es un monstruo. ¿Cómo voy a poder procesarlo?

―Bradley, por favor, no entiendo nada. Y la última vez que no entendí nada, mi novio trató de matarme y... ―Creo que mi hermano ve la desesperación en mi cara, porque mira alrededor y asiente hacia Keanu.

No sé si me parece bien que se entiendan con tanta facilidad o me da aún más miedo. Trago saliva con dificultad, mientras Bradley tira de mi mano de nuevo para conducirme a una tiendecita de chucherías que parece tranquila. La puerta está cerrada, pero Bradley recoge una piedra de un jardín cercano, rompe el cristal y abre como si nada. Entramos los tres y ellos recorren el sitio para comprobar que es seguro. Supongo.

Yo cojo un puñado de nubes de azúcar que siguen en su bolsa y me siento sobre el mostrador. Creo que esto es colapsar y me gusta porque es menos intenso que el habitual miedo. Bradley recoge un puñado de bolsas de regalices y las guarda en su mochila. Ni pregunto. De hecho, apenas me parece algo reseñable, porque mi cerebro está muerto.

―Ni siquiera sé por dónde empezar a contarte, Leslie ―me dice mi hermano, apoyándose en una estantería para quedar frente a mí. Keanu se queda junto a la puerta, a un par de pasos, mirando hacia fuera―. Pero haré lo que pueda.

―Por favor ―suplico, antes de llenarme la boca de nubes de nuevo, haciéndole sonreír.

―¿Recuerdas que te dije que la ciudad tenía que generar dinero de alguna manera para conseguir recursos? Pues bien, se dedican a la experimentación humana. Tenían un paciente original que hallaron por casualidad, o yo qué sé, suerte, o mala suerte para él. No lo sé. El caso es que descubrieron que, aunque no bebiera no se deshidrataba, aunque no comiera no desfallecía de hambre y que sus heridas sanaban prácticamente de inmediato.

―Eso es una locura.

―Sí, como los zombis ―murmura Keanu.

Y, por un segundo efímero, es como si volviéramos a estar en clase haciendo teorías descabelladas sobre la ciudad. Lo que pasa es que ahora mi hermano es el gigante de los guisantes y mi amigo es una especie de zombi muy raro.

―Tú no tienes derecho a opinar, aún no sé lo que eres ―le digo, aunque lo hago sin acritud ya.

―Durante años experimentaron con ese niño, con el paciente original, Les ―sigue mi hermano―. Y trataron de recrear sus habilidades. Esa increíble capacidad de regeneración... ¿Te imaginas? La humanidad no envejecería o lo haría sin los problemas que la vejez conlleva ahora. No habría enfermedades y las heridas no serían mortales...

La Contención - *COMPLETA* ☑️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora