Interludio

299 51 22
                                    

Ginna siempre ha sido la más guapa entre las amigas de mi hermana (y entre todas las chicas que conozco), pero no es por eso por lo que llevo enamorado de ella desde que tenía nueve años y dos semanas

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Ginna siempre ha sido la más guapa entre las amigas de mi hermana (y entre todas las chicas que conozco), pero no es por eso por lo que llevo enamorado de ella desde que tenía nueve años y dos semanas. Ni siquiera necesito esforzarme para recordar ese día con una precisión cristalina.

Leslie me llevó a casa de Ginna después de clase para llevarle los deberes porque, en teoría, estaba enferma y no fue. En realidad, se quedó porque no tenía ganas de ir, o eso nos dijo cuando mi hermana se preocupó por su salud. En cualquier caso, nos invitó a pasar. Y recuerdo su pijama blanco de raso con grandes lunares color crema. La tela era brillante, parecía un traje caro de pantalón largo y camiseta de tirantes, al menos tenía un aspecto curiosamente extraño para dormir. También recuerdo que olía a flores recién cortadas. Ginna siempre huele así. Y que tenía una bolsa de regalices rojos en la mano. Tendió la bolsa hacia mí en cuanto entramos al salón y me dijo «¿quieres, peque?».

No es un mote raro, supongo, porque Ginna ya era la más alta de toda su clase, incluso que los chicos, por esa época. Pero no era una altura desproporcionada. Siempre ha tenido un cuerpo perfecto y curvilíneo que ha sabido aprovechar. Y yo siempre he estado un palmo por debajo de la media de mi propia clase. Eso nunca ha impedido que la quiera. De una forma rara, quizá, porque me colé de ella por unos regalices.

Hubo más cosas, claro. Ese día fue el primero de muchos. Ginna y yo nos hicimos algo parecido a amigos. Como un año después del encuentro con los regalices me enseñó la puerta escondida en el estadio de atletismo y cada vez que yo tenía una prueba que ambos sabíamos que no podría superar, solía esperarme fuera para ir a las recreativas conmigo y comer regalices mientras jugábamos a pegar tiros y cosas así.

Nunca he visto una parte de Ginna que no adore con todo mi corazón. Tal vez es extraño, porque me saca dos años y antes me sacaba como una cabeza o dos, y nunca hemos hecho nada más que hablar. Pese a la cantidad bestial de fotos suyas que escondía debajo de mi cama antes de que todo se fuese a la mierda... Fotos que solía robar a mi hermana y fotocopiar. Sin embargo, me da igual lo raro o inapropiado que sea.

La quiero.

La quiero con toda mi alma y mi corazón.

Y verla sentada en una silla, con un pijama desteñido que en algún momento fue verdoso y que ahora es de un enfermizo tono amarillento, el pelo sucio que antes caía en graciosos bucles y que ahora parece demasiado lacio y la mirada perdida en la ventana, me duele muchísimo. Por primera vez no huele a flores recién cortadas y a primavera, sino a desinfectante y sudor.

Ha levantado las piernas y tiene las rodillas abrazadas contra su pecho. Parece tan triste, tan perdida... Quizá como me he sentido este mes aquí solo.

Bueno, solo no estoy, hay un centenar más de personas atrapadas conmigo, en la misma ala del laboratorio. Pero algunos parecen pirados y la mayoría ni hablan, o hablan demasiado. No me interesan. Yo he sido de los que no he hablado salvo que no me quedase más remedio. Al menos hasta que alguien la abandonó aquí, con los demás presos, o lo que sea que seamos.

La Contención - *COMPLETA* ☑️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora