Capítulo 27

272 49 16
                                    

Nos calentamos las manos en la hoguera de un bidón metálico. También es nuestra única iluminación, que crea sombras extrañas. Los pómulos de Trevor parecen más afilados y angulosos que nunca y sus ojos quedan ensombrecidos por estos. Creo que ha perdido peso desde la última vez que le vi. Y supongo que no es raro. Las sombras no son más generosas con Dylan. Sus piercings brillan por el fuego, pero también veo sombras en su rostro y de pronto me parece que sus ojeras son tan grandes como la desolación que brilla en su cara.

Trevor nos ha traído a un despacho sobre una fábrica. Las ventanas están cegadas con cartones y ha cerrado con unas barras de metal la puerta. Hay otra salida, unas escaleras de mano apoyadas en un agujero del techo, para salir al tejado a vigilar. Sin embargo, está en la sala de al lado, una pequeña sala de reuniones.

Este sitio ya debía estar abandonado desde antes, pero parece bueno para refugiarse, se accede desde la calle y no hemos visto a nada, ni nadie, en los alrededores. Quizá incluso tenía las ventanas tapadas ya cuándo Trevor se instaló en él.

No hemos hablado mientras recorríamos la fracción para llegar hasta su refugio y reparte latas de comida entre nosotros, que tiene apiladas en una esquina. Es mucha comida. Muchísima.

―¿Qué haces en esta fracción, Trevor? ¿Qué te ha pasado? ―pregunto, cuando no lo soporto más.

Todos estamos pendientes de sus palabras, aunque Jota y Jordan se han sentado sobre un escritorio a un lado de la sala y comen. Yo he dejado mi lata en paz. Además, tengo a Dylan y Zero a ambos lados, como guardaespaldas. No sé por qué consideran necesario protegerme de Trevor, pero no me quejo. Olivia está al otro lado, junto a Andrew que se ha sentado en el suelo. Está algo verde, creo que el encuentro con ese morador le ha asustado más de lo normal. Lo que no me parece raro. Yo aún estoy temblando.

―Salí a buscarte. La noche que quedamos ―me dice, pasándose las manos por el pelo. Su vista recorre a Dylan y a Zero y luego se para en mí―. Unos militares me cortaron el paso en cuanto salí del portal, prácticamente. Corrí, pensé que podría despistarlos, que tratarían de atraparme, como siempre. ―Guarda silencio un segundo y me dirige la mirada, parece desolado―. Me escondí y esperé a que dejaron de buscarme. Estuve un buen rato allí, entre unos jardines y luego fui a buscarte, no tenía ni idea de qué hora era, pero pensé que llegaría a tiempo a por ti.

»No lo hice. Incluso subí a tu casa, pensé que quizá te hubieras quedado, o que habrías vuelto si la cosa se había puesto fea. Pero solo estaba tu madre, durmiendo, así que fui a buscaros al punto de encuentro. Apenas avancé un par de calles cuando los militares volvieron a cortarme el paso. Barnett iba con ellos, pensé que todo estaría bien. Me ordenaron arrodillarme y me asusté. Salí corriendo. Dispararon. Tuve suerte porque estaba oscuro y cuando me dieron pude arrastrarme hasta un jardín y creo que me perdieron el rastro. No recuerdo mucho más, pensé que iba a desangrarme y entonces... Alguien me encontró. Apenas recuerdo lo que pasó a saltos, de pronto estábamos en un sitio seguro y me estaban curando. Cuando me recuperé lo justo, me trajeron aquí. Había gente escondida ya en este lugar.

―¡¿Te dieron?! ―pregunto boquiabierta.

Se alza la sudadera para enseñarnos su pecho. No me lo puedo creer. Sé bien que antes de que esta mierda pasase nadie le había disparado, así que supongo que las tres marcas rojas y abultadas de su pecho son los disparos que dice. Lo parecen. Sobresalen de la piel, con forma estrellada. Pero parecen heridas mucho más viejas. De un par de meses, al menos, no de una semana o poco más. Ni siquiera estoy segura de cuánto tiempo hace que salimos de casa. He perdido completamente la noción del tiempo, pero estoy segura de que no hace tanto como para que las heridas estén curadas. Mis disparos del brazo tienen mucha peor pinta.

La Contención - *COMPLETA* ☑️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora