Interludio

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El olor es horrible

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El olor es horrible. Es como... Una vez nos llevaron de excursión a la fracción de eliminación de residuos. Este tipo huele igual. Se choca conmigo, pero no para. Debe ir como una cuba, porque se tambalea. Ni me planteo enfrentarme a él, claro. Yo no debería estar fuera, de un mal rollo que alucinas, con la mayoría de luces apagadas, las puertas de las fracciones cerradas y este silencio. El silencio es lo peor. Me parece que mis pasos producen eco por las calles y no quiero que me pillen, así que voy despacio. Y con toda la calle libre, el jodido borracho se ha tenido que chocar contra mí. Y ahora seguro que huelo como él, qué asco.

Llego a mi portal y no puedo evitar suspirar aliviado. Cuando estoy a punto de meter la llave en la cerradura, un ruido a mi espalda me hace girarme. Ha sonado metálico y casi como un disparo. Pero ha sido la tapa de alcantarilla de mitad de la calle. Ha saltado, está abierta, dejando ver un agujero negro. Un humo blancuzco sale de él, iluminado directamente por la única farola que permanece encendida en toda la calle. Trago saliva con dificultad. Seguro que ha sido por el calor, o el frío, o la presión, o algo. Eso tiene que tener una explicación. Todo tiene explicación...

Me giro de nuevo hacia el portal, para subir corriendo a casa, y grito cuando mi vista se centra en la persona que ya tiene la puerta abierta. Está empapado de sangre, su cara cuelga a tiras y un ojo se ha salido de su lugar y le golpea la barbilla rítmicamente mientras da un paso tras otro hacia mí. Retrocedo, sin dejar de gritar de una forma aguda y ridícula, aunque no puedo pensar en ello.

Las manos del... ser, se extienden hacia mí. No puede ser verdad. De verdad que no. ¿Es un puto zombi? Me he vuelto loco, tiene que ser eso. Pero mientras miro sus uñas destrozadas extendidas hacia mí, me parece lo más real que me ha pasado nunca. La del índice está completamente levantada, apenas unida a la cutícula.

Si pudiera apartar la vista de él, seguramente vomitaría. Sin embargo, aunque siento el sabor ácido del vómito en mi garganta, no puedo moverme para dejarlo salir. Solo doy un paso hacia tras, y luego otro. Al menos ese ser es lento, es mi único consuelo. Suelta un gemido monocorde, como si le molestase que no me deje sujetar. He dejado de gritar, por eso lo oigo. Se me ha acabado el aire, pero no cojo más, se me ha olvidado cómo se hace.

Y, entonces, oigo otro de esos gemidos lastimeros tras de mí. Me giro, pero es tarde. Otra mano asquerosa se hunde en mi piel. Es imposible que esos seres podridos tengan fuerza, o eso pienso, pero siento sus huesos a través de la piel hundiéndose en mi hombro, ignorando mi abrigo grueso. Tiro para soltarme y lo consigo con algo de esfuerzo, pero tengo al primero demasiado cerca y cuando salgo corriendo, piso el hueco de la alcantarilla. Me doy cuenta solo un segundo antes de sentir la ingravidez, y caigo.

*

Me despierto con un grito mudo en la garganta, que retengo a tiempo de no alarmar a todo el bloque. ¡Putas pesadillas! Casi me da un infarto. Encima, aún me duele muchísimo la cabeza.

He pasado de ir a clase por quedarme durmiendo, a ver si se me pasa, pero ni de broma. Me dan dolorosas punzadas en las sienes. Quizá, y solo quizá, tenga que ver con que me he pasado toda la noche viciando al último videojuego de Resident Evil que nos ha conseguido Barnett. En realidad, se lo ha conseguido a Andrew y él, tras pasarse todo el fin de semana dándole como un cerdo, me lo pasó a mí. Y yo, claro, me he tirado toda la noche jugando, como es obvio.

La Contención - *COMPLETA* ☑️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora