Capítulo 17

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―¡Joder, Jota! ―Una voz que reconozco y que me suena totalmente fuera de lugar aquí se interpone entre nosotras y empuja el brazo de la chica para que baje la pistola.

La mía acaba sobre su pecho, porque estoy demasiado impresionada para hacer otra cosa. Parpadeo. Estoy muerta, los zombis me han comido, no hay otra explicación. Sonríe con ligereza y apoya sus manos sobre las mías, alrededor de la pistola. Noto como pone el seguro y luego me quita la pistola con tanta suavidad que solo la dejo ir.

―Estás vivo ―susurro.

―Tú también, Leslie.

Ni siquiera lo pienso. Me lanzo a sus brazos, aunque seguramente es lo más estúpido que puedo hacer en esta situación. Pensé que tras aquella noche le habrían pegado un tiro de verdad. ¿Por qué iban a abrir de nuevo la ciudad si no habían pillado a la gente fugada? Quizá lo hicieron y volvieron a fugarse. No se me ocurre otra explicación. En cualquier caso, es verdad que me mandó el arma, solo que no esperaba volver a verle jamás, y siento mucho alivio. Quizá porque es la única persona que conozco que parece que sabe de qué va la situación.

―Tiene fiebre, Dylan, está infectada ―le dice el jefe.

Dylan se suelta de mí despacio. Aún lleva mi pistola. Bueno, es suya. Entiendo que no quiera devolvérmela y no digo nada. Se coloca delante de mí y apenas veo con su enorme y ancho cuerpo. Para ser un preso está muy cachas. ¿El laboratorio será como esas cárceles de las películas que tiene pesas y los presos se ponen fuertes para cuando salgan a vengarse?

―¿Cuánta fiebre? ―pregunta preocupado.

―Unas décimas, solo treinta y siete ―explica el jefe.

―¿Y el resto?

―Faltan ellas.

Dylan hace un gesto y el jefe acaba de comprobar a Ginna y Maddison. Por suerte soy la única que tiene fiebre. Dylan tira de mi mano cuando acaban de comprobar que todos están bien y les hace un gesto a los demás. Entra en una especie de salita de estar con unos sillones que en algún momento debieron ser bonitos y lujosos. Ahora están rotos, el relleno se sale por todas partes, y faltan hasta los cuadros en la sala, así que parece fría.

―¿Te han mordido, Leslie? ―me pregunta Dylan.

Supongo que no quiere a toda la gente de la galería mirando. Me sujeta de las mejillas y me hace mirarle a los ojos.

―No. No han estado ni cerca. Y ya tenía fiebre esta mañana antes de salir de casa.

Le explico, o les explico, más bien, porque Jota y el jefe han entrado también, junto con mis amigos y nadie lo sabe, lo de los militares en mi casa y nuestra huida y los chips. Me acaricia la mano cuando alzo la muñeca para que vea la herida.

―Si tenía fiebre esta mañana puede ser cualquier cosa.

―Eso es lo que ella dice. Son nuestro billete para recuperar a Alix... ―insiste Jota.

―No saldrá bien ―le dice Olivia―. Tu hermana no sobrevivirá a los militares.

Cierro los ojos al ver la furia en la cara de la tal Jota. Alza de nuevo la pistola hacia ella, pero el jefe se la quita de un tirón. Dylan también ha empalidecido un poco y mira a Olivia, que permanece quieta y silenciosa.

―¡¿Cómo sabes que es mi hermana?! ―le pregunta furiosa―. ¡¿Cómo lo sabe?!

―Lo has dicho tú ―miento, antes de que Olivia meta más la pata.

Lo dejan pasar, o eso me parece, aunque Jota sigue furiosa. Yo tengo que hablar con Olivia. Nosotros estamos acostumbrados a sus rarezas, pero para el resto puede ser un shock. Y, en este lugar, puede ser algo que le haga ganarse un tiro en la cabeza.

La Contención - *COMPLETA* ☑️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora