Capítulo 32

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―Leslie, no flipes, ¿vale?

Reconozco esa voz y lo único que puedo hacer es flipar. ¡¿Cómo no voy a flipar?! No me suelta, supongo que se ha dado cuenta de que no soy capaz de reaccionar. Aún quiero gritar y no he descartado que vaya a pasar cuando quite la mano de mi boca. Enciende una linterna y alumbra al suelo, aunque los restos de Trevor no contribuyen a tranquilizarme.

De hecho, doy un paso inconsciente hacia atrás, porque el charco de sangre ha crecido un montón y lo estoy pisando con mi bota, y flipo al chocarme con un pecho duro y grande. ¿Cómo es posible? Sigo flipando.

―Esos... putos seres están fuera, Les, si gritas nos los vas a echar encima. Están como atontados, pero estoy seguro de que van a reaccionar si hacemos ruido. ¿Vas a gritar?

Asiento un par de veces y oigo su risa en mi oído. Apoya su frente en mi nuca y flipo un poco más. ¡Dios mío! ¡¿Desde cuándo Bradley puede apoyar la frente en mi nuca?! Si la última vez que le vi apenas me llegaba al hombro. Pero es mi hermano, lo reconozco perfectamente. Conozco su voz, pese a que sea más grave de lo que recuerdo, su olor, incluso el tacto de sus manos, aunque parezca que una sola de estas pudieran cubrirme toda la cara si se lo propusiera.

―Estuve en el laboratorio casi un mes. O quizá ha sido más. No sé, me hicieron algo, me ponían... Yo qué sé. Testosterona, o algo así. He crecido un poquito, pero necesito que lo asumas antes de que la líes, boba. ¿Puedo soltarte?

Niego con la cabeza, pero cuando giro me permite hacerlo. Me llevo las manos ensangrentadas a la boca, porque si no me cubro yo misma gritaré. Bradley está... Parece otro. Es como si hubiera pasado la pubertad y parte de la juventud en un mes. Solo puedo mirarle, con los ojos muy abiertos. Está raro con el pelo rapado, aunque aún más raro es verle una sombra de barba en las mejillas y la barbilla. No, sin duda lo flipante son sus hombros anchos y los músculos que destacan bajo la ropa del laboratorio.

―No lo entiendo ―murmuro.

―Ya, pues asúmelo rápido, porque hay que moverse ―me dice, antes de agacharse para registrar a Trevor.

―Espera, Bradley, por favor ―le pido, tirando de su mano cuando apenas ha encontrado mi cuchillo en la cintura de Trevor―. Es... Era... Trevor, trató de matarme y... Necesito un momento, por favor. No pareces tú.

―Pues lo soy, Leslie, pero van a destruir la ciudad en poco más de un día y tenemos que salir de aquí rápido.

―¡Es que estás gigante, Bradley!

De pronto le tengo a mi lado y me cubre la boca con los dedos otra vez. Pasa su otra mano por mi nuca y durante un segundo solo nos miramos a los ojos. Luego me abraza. Y, joder, es desconcertante poder hundir la cabeza en el pecho musculoso de mi hermano de quince años. Rompo a llorar contra él, que me acaricia el pelo con suavidad.

―Lo sé, Les, sé que lo has pasado mal. Yo también, pero tenemos que salir de aquí y... tengo que encontrar a Ginna, nos atraparon y ella se quedó atrás. Por favor, tienes que ser fuerte un poco más, porque yo estoy aterrado y solo no puedo.

Oigo el miedo en su voz. Es el mismo que cuando tenía una pesadilla por la noche y venía a mi cama a dormir. Sé que no va a hacerme daño. No como Trevor. Le abrazo y durante un par de minutos solo lloramos. Luego me suelto de él y me seco las mejillas. Lleva razón en que hay que ponerse en marcha.

―Dylan está herido, Trevor le disparó, tenemos que encontrarle y también a Olivia, me separé de ella. Si van a volar la ciudad... Tenemos que avisarles.

―Está bien, no hay problema. ¿Sabes cómo ponerte en contacto con ellos?

―¿Cómo me has encontrado? ―Se me ocurre de golpe, justo cuando él está registrando a Trevor de nuevo.

La Contención - *COMPLETA* ☑️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora