Un mes después
El timbre me hace parar de pedalear tan de golpe que casi me caigo de boca. Lo que hubiera tenido mérito, teniendo en cuenta que la bici es estática. Mi madre la compró hace años y, desde entonces, solo ha servido como perchero para la ropa limpia que hay que planchar. Ahora le estoy dando otro uso, porque estoy tan desesperada que como no haga algo, voy a acabar saltando por la ventana. Y, como vivo en un primero, no me parece la solución a mis problemas.
Me quito los cascos y la música se convierte en un murmullo metálico de fondo, justo cuando el timbre vuelve a sonar. No me lo he imaginado. Salto de la bici, tiro el móvil sin ningún cuidado sobre el sofá, olvidándome de la conversación con mis amigos, y corro a la puerta tan rápido que llego sin aire, aunque nuestra casa no es tan grande ni de coña.
Abro de un tirón y me encuentro a la vecina de enfrente justo haciendo lo mismo. Nos miramos, retadoras. Sé que esa señora lleva robándonos comida todo el mes, pero no tengo pruebas, y tampoco voy a acusarla a los militares tal y como están las cosas. Sin embargo, no voy a dejar que me quite el... ¿Qué es eso? Desvío la vista de ella para ver un paquete cuadrado en el suelo. Tiene el tamaño de una caja de zapatos y está envuelto con folios, o eso parece.
Pensaba que sería comida, o agua, esta semana aún no ha pasado el reparto y llevan cuatro días de retraso, pero no es nada vital, o no lo parece. Sin embargo, la idea de que pueda ser de mi padre o de Bradley se me mete en la cabeza y casi me lanzo al suelo a por ello. Ella resopla, pero no trata de quitármelo. No podría, es una anciana achacosa que se pasa el día mirando por la mirilla. Su forma física no es la mejor para pelearse contra mí por un paquete.
Con él en la mano (pesa un poco, pero tampoco demasiado), echo un vistazo al resto del rellano. El plástico que cubre las escaleras desde el techo al suelo parece moverse, supongo que por la marcha del repartidor. Quizá me lo he imaginado.
Suspiro y vuelvo dentro. Mi madre está en el pasillo y escondo el paquete detrás de mi cuerpo, no sé muy bien por qué. Solo quiero ver qué es antes, porque es la primera vez en un mes que recibimos algo que no es un producto de primera necesidad y esos llegan a todos los vecinos a la vez, no con ese misterio.
―¿Quién era? ―me pregunta.
―La vecina, quería azúcar, como si estuviéramos nosotras para compartir ―resoplo.
Asiente un par de veces y vuelve a su habitación. Dejo el paquete escondido bajo mi cama y vuelvo a por mi móvil, que me he dejado la música puesta y la respuesta a Trevor a medias. Me ha preguntado si estoy bien y claro, llevo media hora escribiendo una respuesta. Además, Ginna está cada día más desesperada y también la estoy animando, a la vez que Olivia me cuenta sus sueños de estos días.
Miro por la ventana brevemente, tras recoger el móvil, pero la calle está tranquila. Ni siquiera suelen verse patrullas pasar por aquí. Y mejor que no aparezcan. Cada vez que los militares llegan a nuestra calle es para llevarse a alguien. Vinieron a por mi padre tras solo una semana de que sonase la alarma. Y a por Bradley diez días después, aproximadamente. Y de eso hace quince días...
He visto suficientes cosas horribles en esta ciudad en el último mes y medio como para saber que mejor que no vuelvan los militares.
Cuando se llevaron a mi padre, el miedo a lo que fuera a pasarle me anidó en el pecho y no ha desaparecido. ¿Para qué lo quieren? Debe ser para algo horrible, aunque nos dijeran que mi padre era personal esencial y que era necesario que siguiera haciéndose cargo de la farmacia. Según ellos, no podría volver a casa hasta que la alarma pasase, porque así sería más seguro para nosotros.
La señora Wilson, la presidenta, nos informó «de lo que pasaba» en el comunicado que dio el mismo estúpido día que sonó la alarma por segunda vez. Sin embargo, no me creí para nada su excusa, y Bradley estaba de acuerdo conmigo. La presidenta decía que el mundo estaba en guerra, que las ciudades exteriores habían entrado en la Tercera Guerra Mundial y temía un ataque bacteriológico contra nosotros. Por eso había sellado la ciudad, cerrado la cúpula y nos había encerrado en casa. Decía que había algunos casos ya en la Contención, que les hacían pensar que alguien podía habernos atacado.
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La Contención - *COMPLETA* ☑️
Science FictionLeslie vive en la Contención «la ciudad donde nunca pasa nada» hasta que suena una alarma y todo cambia. *** La Contención es una ciudad octogonal separada en fracciones. Cada una de estar fracciones contiene una parte fundamental de la ciudad (vivi...