Unas voces un poco más altas de lo normal me hacen abrir los ojos, alerta. Pero me olvido de ellas solo un instante después. No sé cuándo me he dormido. Sé que Dylan y yo pasamos horas hablando de chorradas. Nada relevante. Nada profundo. Solo tonterías.
Eso debió desembocar en algún momento en un sueño profundo. Sobre su muslo. Y Dylan sí que está despierto. Yo, seguramente, le estoy babeando los pantalones cargo, pero él me acaricia el pelo con suavidad, como si le diera igual. Entrelaza los dedos en mis mechones oscuros y los mueve con suavidad hasta llegar a las puntas desiguales. Luego vuelve a empezar.
―Buenos días ―murmura con una risa mal disimulada, cuando me muevo para secarme las babas.
―Se suponía que eras tú el que tenía que descansar ―me lamento.
Trato de levantarme, pero me mantiene sobre su pierna, apoyando una mano en mi hombro con suavidad. Ni siquiera para de acariciarme el pelo y yo me sonrojo entera.
―He dormido un buen rato, Ele. No te preocupes por mí.
Me giro para verle, ya que no parece que tenga intención de dejarme quitarme de su pierna. Me tumbo boca arriba y él pasa los dedos de mi pelo a mi hombro y los baja por mi brazo. No soy capaz de pronunciar ni una palabra mientras sigue bajando y roza mi muñeca expuesta, porque la sudadera se me ha subido ligeramente. Rodea mi mano con suavidad. Le miro parpadeando, pero él tiene la vista clavada en nuestros dedos que se rozan.
Estoy demasiado dormida para entender qué hace. Mira mis dedos envueltos en esparadrapo. Los acerca a sí y yo me dejo hacer. Toca mis dedos sanos y luego roza los inútiles. Me pone nerviosa. Nadie me ha tocado la mano desde que Jordan acabó de hacerme las curas y comprobar mi movilidad.
―Lo siento muchísimo, no creas que he olvidado que fue mi culpa.
―De lo único que tienes culpa es de que yo siga viva, Dylan ―le digo sincera.
Aunque, durante un parpadeo, solo uno, le veo disparando a Maddison. El dolor cruza su rostro. No sé si ha pensado lo mismo que yo o solo es la visión de mi mano lo que le perturba. Sus labios gruesos y suaves decorados por un hierro retorcido rodeando el inferior, se posan con suavidad sobre mis nudillos, justo sobre el meñique y el anular. Lo noto, pese a que tengo la sensibilidad de esa zona bastante muerta. Siento el calor de sus labios y el frío del metal.
Estoy a punto de preguntarle si no le da asco. No sé si debería hacerlo. Yo lo odio. Hubiera preferido perder los dedos. Le pregunté a Jordan si no podíamos cortarlos, pero me miró como si estuviera loca. Verlos ahí es un recordatorio de lo que he perdido. Un recordatorio constante de todo lo que duele. Sin embargo, solo he entreabierto los labios cuando Dylan clava su mirada oscura en mis ojos y me olvido de la pregunta.
―Quizá un médico real de fuera de este puto sitio pueda ayudarte ―murmura―. Encontraremos al mejor.
―¿No crees que el mundo se ha ido a la mierda?
―No. Si el mundo estuviera en la mierda, el ejército exterior no estaría aquí. El resto del mundo es seguro. Y te sacaré de aquí, Leslie, aunque sea lo último que haga.
―Mejor que sea lo primero de muchas cosas ―sugiero.
Sus labios se curvan tan ligerísimamente que de nuevo quiero pedir un deseo. Y quizá lo hago de forma inconsciente, porque un «por favor, por favor, que salgamos de aquí y Dylan esté bien», se cruza por mi mente a toda prisa.
Va a decir algo más. Pero los gritos que me han despertado vuelven a sucederse fuera.
―¡Cállate, puta! ―grita alguien.
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La Contención - *COMPLETA* ☑️
Science FictionLeslie vive en la Contención «la ciudad donde nunca pasa nada» hasta que suena una alarma y todo cambia. *** La Contención es una ciudad octogonal separada en fracciones. Cada una de estar fracciones contiene una parte fundamental de la ciudad (vivi...