20| CÓDIGO ROJO

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JARED

—¡Solo quiero a ese jodido hijo de perra fuera del alcance de Marshall! Solo espero y de gracias porque aún no le digo nada a papá, si por él fuera, ya sus putas bolas se las hubiera tragado y...— iba a seguir con mi monólogo que desde hace media hora monte en la sala de su casa, pero me calló.

Cuando llegué, me mostraba hasta tímido con las empleadas de la casa, Dios, a veces quería castrar a Catriel, porque joder, hay unas empleadas, o como sea que se les llame en este siglo, con unos uniformes súper pequeños. ¿¡A qué vienen!? ¿A prostituirse? Y que no digan nada, porque he visto como esas... mujeres, lo co... no, lo tragan con la mirada.

—Sólo tranquilízate y veré que puedo hacer con ese escarabajo, no es necesario que le digamos a tu padre— levantó la vista de uno de sus tantos papeles en los que estaba tan adentrado, por un momento creí que solo yo estaba hablando como loco.

—Ya no sé si creerte Catriel— en el momento en el que levanto la ceja y me iba a contestar una de sus trabajadoras del hogar entro.

—Señor, su café— ¿¡Ellas hablaban o gemían!?

Desde que llegué, no se habían despegado de mí, me tienen una desconfianza y me invadieron de preguntas a las que cortésmente respondí con un "ustedes a lo suyo" ¿lo peor?

Él lo sabía, sabía cuánto lo odiaba y solo me mostraba su cínica sonrisa. ¡Bien! Debía de hacer que se tragara su cínica sonrisa y se la metiera por el culo.

Antes de que hablará o alguna palabra saliera por mi boca, la notificación de un mensaje invadió mi pantalla.

De: Gemelo EL BUENO

Jared, ¿Puedes hablar ahora? Necesito hablar, quiero hablar y fuiste al primero en llegar a mi mente... Código ROJO ha vuelto a pasar y estoy desesperado.

Sólo había dos cosas que este maldito gemelo le habían sucedido de las cuales se alteraba de esta forma; la primera: Su amigo se le volvió a confesar por quinta vez, la segunda: se volvió a acostar con su padre.

Para esto necesitaba informarme mejor, no, no era chismoso.

Guardé el celular en la bolsa de mi pantalón y me levanté del sofá en el que estaba, frente a Catriel, y con una sonrisa, era mi venganza.

—Me voy, alguien necesita un favor mío— levanté las cejas y apresuré el paso para salir, solo logré escuchar su ronco "Jared" indicándome que lo había dejado enojado.


MARSHALL

—Marshall, pasa cariño— me informó mi papá luego de que saliera de la habitación de mi tío, que en realidad es tío de mi padre, pero le tengo tanto respeto y cariño que lo quiero como a un abuelo.

No sabía para que me había mandado a llamar, aunque creo que ahora lo deducía, ya que últimamente ha estado muy enfermo, la verdad es que me preocupaba tanto.

—Marshall— su débil voz se escuchó en la habitación que solo era iluminada por las lámparas opacas y escasas en esta, además de estar ronca y acompañada por una tos que nunca antes le había visto o más bien escuchado.

—Tío— nunca había visto tan decaído así a Herbz Breed, él era alguien fuerte, que demostraba liderazgo, aunque me daba gracia que se rapara su cabello, él era el tío casi calvo de la familia.

—Acércate pequeño— me acerque hasta la silla que estaba a su lado y me senté en esta, le tomé la mano y se la acaricie, se sentía tan débil.

—Sabes...— comenzó a hablar muy despacio, tal vez pensando las palabras justas para comenzar. —La verdad no sé cómo comenzar y decirte que sé lo que tú y tu padre tienen— se quedó mirando un punto fijo en la habitación, pero yo, yo estaba en shock, ¿Qué él qué?

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