33| PASE LO QUE PASE.

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LANCE

Escuché el sonido de mi alarma sonar a lo lejos, pero conforme fui siendo consciente que era hora de levantarse, el sonido se intensificaba, quería decirme a mí mismo que solo cinco minutos más, pero la letanía en mi mente de no ser un fracaso en mi vida, hizo que abriera los ojos.

Con la mano izquierda apagué el maldito aparato y con la derecha me restregaba la cara.

Sentí como alguien se removía más y se acurrucaba en mi pecho.

La mañana había amanecido fría, así que lo cubrí muy bien y me dispuse a levantarme.

Me di una ducha y me coloqué un traje gris. Al salir del clóset, noté que Marshall ahora tenía aferrada la almohada. Saqué mi celular de mi bolsillo y le tomé una foto.

Se veía tan comestible, aún en su pijama de panda.

Escribí una nota rápida y la dejé a lado de la cama. Ayer para que se le olvidara la culpa por no ir a la fiesta de Husbank, nos la pasamos viendo una serie en Netflix. Según él, es una que está de moda. Pero a mí me dio igual, solo la veía por él.

Salí rápidamente del departamento y me dirigí a mi empresa, sabía que hoy era un día importante.

Llegaba el señor Husbank, sus propuestas me parecían geniales para comenzar un nuevo proyecto, no habíamos concretado nada, pero hoy lo haríamos y si llegábamos a un buen acuerdo, tiempo después ganaríamos millones.

—El señor Husbank ya está en su oficina señor Gates— me habló Caroline.

—Gracias, llévanos café en unos minutos— caminé directamente a mi oficina y ahí estaba él, examinando mis fotos, veía con atención una en concreto.

En donde estábamos Marshall y yo, nos la tomaron cuando fuimos a un restaurante de comida mexicana, por el aniversario de esté, estaban tomando fotos a sus comensales.

—Señor Husbank— lo saludé de mano y me senté en mi escritorio.

Luego de eso charlamos por varias horas, el proyecto tenía un buen visto.

—Solo hay una condición para que trabajemos juntos en este proyecto— su voz ronca y cansada se escuchaba como si estuviera a punto de dar una gran noticia.

—¿Cuál es su condición? —pregunté mientras imprimía el contrato.

—Sé que tienes una relación con Marshall Abney— lo miré a los ojos, tratando de ocultar cualquier indicio que me delatara. Pero mi corazón salto cuando me mostró unas fotos, de hace dos días, del martes en el centro comercial, en la tienda de ropa, cuando le estaba dando la nalgada. —Si tu terminas con esa relación, estas fotos no saldrán a la prensa y ambos obtendremos un buen proyecto que nos llevará a la cima, además de que por lo menos debes regresar a tu vida de casado, con TÚ MUJER—

¿Qué-Jo-di-dos?

El silencio ensordecedor fue terminado por la impresora con el típico sonido al terminar de imprimir o arrojar la hoja por completo.

Tomé el contrato sin decir nada y al estar de pie cerca del bote de basura, las rompí, una por una.

—¿Con eso basta mi respuesta? —su ceño se frunció.

—¿Enserio? Estás cometiendo una estupidez por ese niño— su voz ahora sonaba colérica.

—La cometería si aceptará la suya, quiero que se largue de aquí— apreté los puños, tenía que controlarme para no romperle la cara a este viejo.

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