25| SEÑORES GIGANTES

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MARSHALL

Después de que mi tía recibiera una llamada de no sé quién informando que Charles estaba en el hospital, todos salimos con prisa al mejor hospital de la ciudad en donde se encontraba el gemelo.

La tía Edith iba llorando, no sé qué fue lo que le dijeron por teléfono, pero no paraba de decirle a papá que condujera más rápido.

Al llegar al hospital, en la sala de espera de emergencia, no me creí a quien veía, hasta que la tía Edith, dijo su nombre, más asombrada que nada de verlo ahí.

El padre de los gemelos se encontraba ahí, en la sala de espera, casi gritándole a un doctor, además de que Jackson estaba sentado en uno de los sofás.

—¿Dónde está mi hijo? — preguntó la tía Edith desesperada.

—Señora, como ya le he dicho al señor Gates, su hijo está en un coma inducido por el momento, lo tendremos de esta manera para ver cómo reacciona esta noche, ya le hicimos una desintoxicación a su organismo, al parecer su amigo dice que es la primera vez que prueba drogas y se golpeó muy fuerte en la cabeza— Habló el doctor.

—¿Drogas? ¡Mi hijo nunca ha probado drogas, él no sería capaz! —comenzó a llorar mientras papá Alec la abrazaba.

—¿Tú lo dejaste? —señaló Charlie a Jackson. —Tú eres el culpable de que mi hermano este ahí, te lo dije, que no quería que volvieras a esas mierdas, te lo advertí, yo te...— Charlie comenzó a golpear el pecho de Jackson, pero este solo le detuvo de las manos, digo, era más grande que Charlie.

—¡Ya basta Charlie! —habló el padre de los gemelos.

—¿Quieres que me callé? ¿Qué te hace pensar que te haré caso? Él tiene la culpa de...—

—¡Ya basta todos! —La discusión de Charlie y su padre término, así como el llanto de la tía Edith.

—Aquí todos somos culpables— habló Jackson, se separó de Charlie y lo apunto. —Yo te estuve llamando desde que Charles entró en mi campo de visión, te envié decenas de malditos mensajes, luego intente contactar con tu madre por medio de Facebook, la vi en línea, pero no respondió a ninguno de mis mensajes, intente marcarte miles de veces Charlie, ¿Dime que hiciste? Apagaste el maldito celular, el señor Gates fue el único que me contestó al tercer tono, pero cuando llegó, Charles recién se había desplomado—

Todos en la sala se quedaron en silencio, nadie dijo nada y la culpa estaba palpable ahí.

—Ehm— susurré y jalé de la manga del saco al padre de los gemelos.

—¿Sí? — contestó un poco confuso, todos en la sala se me quedaron viendo, mi corazón comenzó a palpitar y mi estomago comenzó a sentirse raro, mejor dicho, su mirada que me escrutaba de pies a cabeza me hacía sentir raro.

—¿Podemos hablar un momento? —asintió y su vista se dirigió a unos hombres de negro que se encontraban en una esquina, ni siquiera los había visto.

—Kendall, está al pendiente de Charles— el hombre asintió y se dirigió a un pasillo.

Nos alejamos de ahí y nos encaminamos a la cafetería, al menos el papá de los gemelos ahí me guio, nos sentamos y ordenó un café negro sin azúcar, yo solo pedí una malteada.

—Bien, ¿me vas a pagar mi whiskey? — dijo mientras esperábamos nuestros pedidos, yo enarqué una ceja y entonces solté un suspiro de asombro.

—¿Eras tú con el que choqué en ese centro comercial? — pregunté, él asintió y soltó un suspiro, antes de que hablara, llegó el chico con nuestros pedidos.

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