42|EN ESTA Y LA OTRA VIDA

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ALEC

No había bebé.

No hay bebé.

Y nunca habría un bebé.

Todo era una maldita mentira por parte de Aleida y el sujeto con el que hablaba por teléfono, todo era una miserable mentira.

—Alec por favor escúchame— mi ira creció más cuando trató de sostenerme del brazo.

—vete a la mierda— me jalé del brazo.

Me adentré en la habitación que utilizaba y me dirigí a su clóset, sacando todo a la mierda y arrojándolo.

—Alec ¿Qué haces? —preguntó histérica.

—Saco la maldita plaga de ratas de mi casa— apreté mis manos y pasé a su lado.

—Alec, déjame explicarte— nuevamente me tomó del brazo, pero me jalé de este.

—Te quiero fuera, tú y tu hermana, las quiero fuera de mi casa en menos de una hora, no me hagas llamar a la policía— salí de la habitación rápidamente y me encaminé a mi auto.

Al salir de mi casa, vi a muchos reporteros en la entrada.

¿Tan rápido ya se habían enterado de mi separación con Aleida?

No les tomé importancia y me dirigí a la casa de Christian, necesitaba un maldito abogado.

Después de casi veinte minutos, llegué a su casa y la empleada me hizo pasar, al parecer Christian estaba en una llamada.

—Me dijo que sólo tardará unos minutos, de hecho, creo que está hablando con su hijo— asentí lentamente y me senté en el sofá.

Marshall.

Cuanto lo extrañaba.

Y entonces me decidí ... el recuperar todo de él, iba a recuperar todo de nosotros... iba a recuperar un nosotros.

En ese momento decisivo, mi celular vibró.

Era una notificación de una noticia en la acostumbrada revista de chismes.

Pero nunca espere ver algo como eso.

Mi corazón palpitó rápidamente y luego se detuvo abruptamente.

¿Estaba en mi realidad?

¿Este era yo?

¿Este era mi castigo?

Porque si era así, no lo quería soportar. No quería verlo de esta manera, no quería sufrir... lo que él sufrió.

¿Dónde comenzó todo esto?

¿Desde Husbank?

¿Desde mis malditas decisiones?

¿Desde aquella mañana, en que estaba de pie frente a la gran ventana con la luz del sol?

¿Desde cuándo el comenzó a olvidar sus pecados?

¿Al menos de esta forma, tendrá el perdón de Dios?

Porque llámenme egoísta, pero si Marshall no estaba conmigo y así tenía su perdón, prefería que estuviera sumido en el mismo infierno que yo. Al menos, estaríamos juntos en esta y la otra vida, eso pensaba una parte de mí, la parte de mi racional, me gritaba "te lo dije".

Al menos, si mis decisiones no fueran tan estúpidas, hubiésemos seguido juntos, en este y todo momento.

Y ahora que solo miraba la imagen y la noticia, tenía unas ganas terribles de partirle la cara al pendejo de Gates. ¿Cómo no lo vi antes? ¿Cómo no pude darme cuenta en todo este tiempo que Marshall pasaba sus días con Gates?

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