Capítulo 09

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16 de agosto del 2016

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16 de agosto del 2016.
Sicilia, Italia.

"dovresti vedermi in una corona"

Tan solo pasaron horas desde que estamos encerradas en estas cuatro paredes, como si fuéramos animales bajo las garras de una perrera.

Aquí las cosas no están siendo fáciles, porque aunque todavía no nos tocaron un pelo mis oídos se lamentan al punto de que creo que en cualquier momento podrían sangrar. He estado en prostíbulos, cárceles, fosas y metida en guerras en medio del continente asiático, pero jamás he escuchado tales gritos como aquí abajo, donde hay más de cincuenta mujeres vivas y puedo jurar que ahora al menos una docena de ellas muertas y moribundas en las celdas, por el inmundo olor que brota de todos los lados. Puedo percibir los gritos, el desespero, el pánico y el dolor. En todos mis poros se penetra el sufrimiento y la sed de sangre de estas personas que no paran un segundo de romper a cada alma encerrada aquí abajo.

Dolor. Eso se respira junto a lamentos y sueños rotos, vidas corrompidas y almas destrozadas.

Tenía mis ojos cerrados mientras trataba de darme un poco de calor abrazándome a mí misma, porque aquí las temperaturas son demasiado bajas y el frío parece querer matar a tu ser.

Mi mente procesa demasiada información por minuto y aunque intento no llegó muy lejos, porque es desesperante los gritos, el olor y mi ira. Quiero paz, pero mi interior aclama a gritos que mate a todo lo que se me atraviese y más aún luego de lo que nos harán.

Mi mente está llena de información y cabos sueltos, pero aún más luego de aquella valiosa historia que nos contó aquel antonegra que sin duda nos dio un as bajo la manga, que aún tenemos que resolver para tenerlo completo y por fin poder darle nombre y apellido junto a una historia e identidad a la mujer que creó todo un clan de Dioses Sádicos. Creo que aquella mujer estaba destinada a morir, pero supongo que jamás imaginó que sería en las manos de la persona que estuvo en su vientre y le dio la vida.

Abro los ojos rápidamente cuando escuché pasos cerca de la puerta de nuestra celda y aunque pude imaginar miles de cosas que podrían pasar no creí que tendría que presenciar tal escena, que sin duda me heló la sangre e hizo que en mi interior no pueda correr más que la ira y odio. Estas ratas asquerosas pagarán por todo lo que hacen.

Pude observar como abren la celda y dos antonegras le permiten el paso a aquella mujer que conozco hace tantos años y que solo pude verla así de destruida en dos ocasiones, cuando tuvimos que luchar por más de seis meses en una guerra en el Medio Oriente y cuando nos infiltramos en la mafia Yakuza, pero ahora debía de agregar uno más a la lista.

Fiorella entró a la celda mientras se sujetaba las únicas prendas de ropa que tenía y que estaban todas rotas, mientras temblaba y de su vacía mirada comenzaron a caer unas cuantas lágrimas. Estaba destruida y no lo decía por todo lo que sus ojos cafés reflejaban, lo afirmo porque puedo observar en todo su cuerpo múltiples heridas, que van desde rasguños hasta marcas rojas provocadas por látigos probablemente. Su cuello, muñecas y tobillos están tan marcados demostrando que pronto se harán grandes hematomas, de su boca salen tiras de sangre por sus labios partidos y lo peor de todo es cuando cae de rodillas al piso y baja su cabeza demostrando su espalda, ocasionando que Chiara corra su mirada y Gaia lance un grito que me puso los pelos de punta. Toda la espalda de Fiorella estaba sangrando a diestra y siniestra, porque en ella estaba marcado posiblemente con un cuchillo el nombre de aquel hijo de puta. Zeus. Aquella cuatro letras las tenía grabadas desde sus omóplatos hasta su espalda baja, mientras sangran porque se nota que fueron hechas con un profundo corte y que quizás tenga una cicatriz que jamás se irá.

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