Capítulo 15

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29 de septiembre del 2016

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29 de septiembre del 2016.
Sicilia, Italia.

"Donna indistruttibile"

Mis hombros se terminan de contraer cuando finalmente ese ser sale de mi y se posa contra aquella cama redonda, mientras me mira fijamente con esos ojos que solo reflejan odio y placer, mientras en su respiración agitada noto su cansancio, pero que no compara al mío, porque ser su objeto todos los días es algo que me supera, pero no pienso quebrantarme, así que sin más a pesar de estar en este cuarto lleno de objetos de sadomasoquismo, atada al maldito techo como en los calabozos, desnuda y con sangre en mi boca, solo sonrió frente a él mostrándole una sonrisa blanca ahora bañada en un perfecto y vivo color rojo que brota desde mis labios.

Al parecer eso a Zeus no lo sorprendió, por que jamás baje mi postura en este último tiempo, no importaba que me hacía o cuantas ganas de llorar me invaden no me demostraba débil ante él, ni siquiera ese primer día en el que me trajo aquí y me dejó en claro que ya no tenía salida y que haga lo que haga yo ahora le pertenecía y cuando sin cuidado me tallo su maldito nombre en mi espalda, creando no solo una marca en mi piel si no es mi alma también, porque esos recuerdos no se borran fácil y menos cuando jamás te enfrentaste a algo igual.

Comprendí en ese momento las palabras de Raina y es que esta gente es sádica y enferma, pero no voy a dejar que me saquen de mi papel, me esforcé mucho para esto y ya estoy aquí, entonces no hay marcha atrás. Es mi trabajo y no puedo flaquear, porque no solo está mi vida en juego, si no la de mis amigos.

—Si quieres llorar hazlo, al fin y al cabo no te culpo—habló el Giordano más subestimado, pero al que más tornillos le faltan.

—Nunca verás una lágrima rodar por mi mejilla y menos por tu culpa—contesté para luego escupir la maldita sangre a sus pies—tú no vales la pena.

Soltó una sonora risa, pero no estaba cargada de nada ni siquiera de ironía, solo de vacío, para luego sacar ese polvo blanco que acomodó rigurosamente sobre una bandeja que tenía licores, para hacer largas y delgadas líneas que luego aspiró con un billete de quinientos euros, como si no valiera nada para él. Entonces apoyó sus codos sobre sus rodillas y me observó por completo, pero se detuvo en mi cara.

—Debes de estar acostumbrada a esto de igual manera ¿No?—mencionó con un tono letal—es tu trabajo, después de todo.

Y en ese momento me tensé, pensado en mil y una salidas viables pero no tenía ni una sola, estaba a su merced para que haga lo que quiera conmigo y él pareció notar mi inquietud, a lo que amplía su sonrisa siniestra que me puso los pelos de punta, porque si algo había aprendido en este último tiempo que conviví con Zeus es que el mundo entero lo tiene señalado como inútil y como una carga, supongo que esos títulos no están de más, porque se pasa más de la mitad del día ingiriendo droga y la otra buscando víctimas para matar por simple diversión ¿Cómo sé eso? Porque me lo ha mostrado, mientras yo he estado atada él asesinó y torturó sin piedad frente a mí, como si de un espectáculo tratara y con eso me quedo bien en claro que todos están en lo correcto, pero a la misma medida están equivocados, porque Zeus tiene demasiado odio dentro y no tiembla a la hora de desmontarlo, no tiene moral ni piensa en las consecuencias.

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