Capítulo 11

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18 de septiembre del 2016

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18 de septiembre del 2016.
Sicilia, Italia.

"Maschera Caduta"

Observo a la mujer delante de mí que carga con un porte seguro, un cuerpo destruido y unos ojos mentirosos. Porque sé que miente todo el tiempo y oculta demasiadas cosas, lo puedo leer en sus ojos color jade. 

Siempre fui bueno y me destaqué en analizar a las personas de pies a cabeza, porque con una acción, un secreto, una mentira o una mirada te puede decir de quién se trata, es un arte tan simple y a la vez con tantas incógnitas, pero con ella me sucede de distinta manera, porque puedo ver el engaño, las heridas y misterios que oculta, pero no tengo idea de quién se trata, porque aunque ya haya investigado hasta el detalle más estúpido de su vida, no me queda claro de dónde proviene tal aura de poder y el aroma a sangre al igual que guerra que emana.

Freya Parasi se volvió como un acertijo, el cual tienes todas las pistas, pero de igual manera no terminas de saber la respuesta.

Es una piedra preciosa que carga con una gran historia que tendré que sacar a la luz, porque persisten demasiadas sombras y misterios dentro de ella.

Escuché los pasos de los antonegras detrás de mí, pero aún así me resultó imposible quitar mis ojos de lo intangible que era aquella mujer pelirroja que contaba demasiadas historias con tan solo una mirada.

Finalmente mi gente llegó a donde me encontraba y se posaron detrás de mí, esperando indicaciones sobre cómo proceder.

—Lleven a la mujer a una habitación alejada. Denle comida, agua y la vestimenta de las empleadas, ya que será una más de ellas—hablé en italiano para mis hombres, los cuales asintieron—no quiero desobediencias, porque creo que ya sabrán lo que pasará.

Seguí sin siquiera fijar mi mirada en los dos cuerpos que yacían en el piso.

—Ante algún inconveniente informarme al instante ¿Entendido?

—Si, señor Giordano—hablaron al unísono mientras yo con esfuerzo quité mis ojos de ella, para ver a los antonegras con la mirada en el suelo.

Jamás permito que nadie me sostenga la mirada, aunque siendo sincero nadie se atreve. Detesto que observen mis ojos, no por cuestión de creerme superior o que sea por respeto, si no porque repugno a los dos orbes que adornan mi rostro. Me causa náusea aquel color que es exactamente igual al de mi difunto padre. Tengo bien en claro que yo difundo miedo y morbo, pero cada que me observan a los ojos debo de ser una bestia peor de la que ya lo soy, porque no tolero que vean aquel gris sádico que me persigue en mis más oscuras pesadillas.

Niego con la cabeza mientras me encamino hacia la escalera para salir de este asqueroso lugar con olor pútrido, lleno de ratas y con un aura a muerte.

Al terminar de subir por esas interminables escaleras me dijiro a mi oficina que queda del otro lado donde se hallan las mazmorras, siendo también una de las habitaciones más alejadas de todo el castillo y quedando en el ala Sur de este.

Vendetta © [+21] ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora