Capítulo 39

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18 de noviembre del 2016

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18 de noviembre del 2016.
Sicilia, Italia.

"l'erede perfetto"

Mi respiración intentaba regularse mientras sentía las miles de miradas sobre mí, expectantes a mi toma de decisiones, pero decir que estoy a la deriva no solucionará nada. Esto no estaba en mis planes, ni cerca de hecho, jamás imaginé que Alek Kozlov pudiera maniobrar tal contienda de esa forma estratégica, sacrificando a decenas de hombres tan solo por mi mujer, pero lo subestimé y ese fue mi más grande error.

Hace dos días que los hombres de Alek irrumpieron en mi castillo, siendo unos infiltrados en mi propio territorio, no solo matando a más de veinte antonegras y rompiendo la única reliquia que nuestro padre nos había obsequiado como si nada, si no que se atrevieron a llevarse a la reina de Italia, proclamando que su supuesto Amo solo deseaba divertirse en ella y que luego la devolvería rota.

Mis ejercicios de respiración se van a la auténtica nada al pensar en aquello, ya que no solo se burlaron de mi pueblo, si no de mi seguridad y poder. Se rieron en la cara de los Dioses y eso no está permitido, no luego de toda la mierda que tuve que hacer para que este imperio no se caiga a los pedazos luego de la muerte de Angelo.

—¿Cómo procederemos, mi Dios?—preguntó un antonegra.

Ese hombre que fue encargado junto a otros más a arrastrar a las dos personas que dejaron que los mercenarios del ruso se metieran en mi territorio y aún más en mi propiedad, por lo cual ahora se encuentran en la parte más oscura, recóndita y asquerosa de mis mazmorras, aquella que no se encuentra a simple vista y que ni siquiera Freya conoce. Esa parte en donde la muerte es la mejor opción, pero no está permitida, ya que los que terminan ahí son condenados al suplicio eterno y aquellos hombres cometieron la peor traición para un Italiano y eso solo se paga con dolor.

Antes de darle una respuesta a mis hombres dirigí mi mirada hacia Adriano que se mostraba serio y pensativo, ya que esto le jodia tanto como a mí, quizás por motivos tan distintos como iguales, pero ambos compartimos ese ego partido, ya que no supimos ver como este huracán se acercaba y con tanta soberbia fuimos incapaces de proteger a la nueva reina y lo más lamentable es que se trataba de un Kozlov, ya que luego de reírnos en su cara por romper el tratado poniendo la cabeza de Nikolay en una estaca en medio de Moscú o incluso jugando con su mente al hacerle creer que poseíamos los secretos Rusos, mostrándonos su poco conocimiento en cuanto a su propia mafia, ahora nos jugaba una pasada, ya que no creíamos que un renacuajo de diecinueve años pudiera calmar su ira arrasadora y solo para jodernos de esa manera. Resultaba patético y a su vez sumamente inquietante.

—No sé si sea lo más adecuado en esta instancia—respondió mi tío y por primera vez no agaché la cabeza ante su orden. Ya que él sabía lo que yo pensaba hacer.

—Pues ilumíname y dime cual es el camino correcto—desafié, ya cansado de toda esta situación—porque te recuerdo que las opciones se nos escapan y ni siquiera sé si mi mujer aún respira.

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