Epílogo

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24 de diciembre del 2016

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24 de diciembre del 2016.
París, Francia.

"¿Questa è la fine?"

Suspiré mientras intentaba sacar esos recuerdos de mi sistema, pero era imposible cuando tan solo pasaron horas y la sangre, los gritos, las bombas y las confesiones pasan por mi mente como una secuencia interminable y arrasadora.

Era extraño estar aquí y tan doloroso, porque la habitación que siempre había respetado y a la que vi desde lejos esperando que algún día sea mía finalmente lo era o lo será dentro de unos minutos. Era triste verla tan vacía, ya que los cuadros de Doménico y de su esposa no estaban, ni siquiera sus trofeos o títulos, lo único que permaneció aquí yacía en el escritorio y no era nada más que la taza con la que siempre me recibía luego de volver de una guerra, haciendo que mi corazón se apriete y mis lagrimales quieran estallar diciéndome que una vez más no pude cuidar a mi familia.

Tomé la taza una vez más entre mis manos mirándola, para luego recorrer la que era la oficina del Jerarca de la organización y recordarme que finalmente lo logré después de tantos años, a pesar de que solo una tristeza me recorre y me hace cuestionar si todo valió la pena. Sé que Doménico se estará retorciendo en su tumba ante mis pensamientos, ya que siempre me dejó en claro que obtener justicia por mi familia era lo primordial, que ellos merecían descansar en paz y que si no pude protegerlos al menos debía de honrar su memoria, pero aquel hombre tenía razón. Esto no fue justicia, fue venganza y me hace creer que Doménico si era una bestia, pero una a la que extraño.

Dejé la taza al comenzar a escuchar las trompetas que avisan a los soldados que deben de formarse en filas y en pelotones, para recibir a soldados con cargos muchos más altos y condecorados. Recuerdo mis años en esas filas, donde tuve que estar horas bajo los rayos del sol muriendo de calor y sin tener una puta gota de agua, para recibir a gente como el consejo o como mi tío, inclusive por varios agentes de Categoría Tres que manejaban Tropas que prometían demasiado. Siempre vi la cima desde abajo, pero ahora nosotros somos la cima.

Con cuidado me aliso el uniforme de ceremonias, fijándome que mis treinta y cuatro medallas reluzcan a la perfección, ya que hoy se sumarán más dejándome en la pirámide jerárquica como la soldado con más medallas en estado activo.

La segunda tanda de trompetas suena, dándome la indicación de que ahora debemos de salir nosotros, por lo cual sin perder mucho más tiempo tomé el pomo de la puerta para abrirla y una vez fuera las oficinas que están a los costados de la mía se abren dejándome ver a mis soldados en la misma situación, todos tenían su traje de ceremonia bien puesto y sus gorros de plato sobre la cabeza. Una vez fuera nos miramos entre sí y reflejamos casi lo mismo. Dolor y poder.

Nuestras miradas parecían muertas y sin vida, pero nuestra aura emanaba el poder más letal y sanguinario posible.

A partir de hoy dejábamos de ser la Tropa maldita de la sede, no íbamos a ser más juguetes de nadie y las reglas parten de nosotros desde ahora. Era momento de aplicar la mano dura, creando una maldita dictadura donde crearemos a soldados de verdad y no solo haremos historia con esto, sino con mucho más. Seremos los malditos creadores de la generación de soldados más letal de los últimos años. Es hora de descansar la mente y activar el cuerpo.

Vendetta © [+21] ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora