Omega Controla a Alfa | Markhyuck

01 | Cálida bienvenida

"Bienvenidos y bienvenidas a la universidad artística de Seúl, lugar donde puedes desarrollar todos tus talentos ya sea en música, baile, teatro, pintura y más. Forjamos artistas y los ayudamos a crecer en excelencia. Gracias por preferirnos. Matrículas limitadas."

Donghyuck leyó la pancarta que se encontraba en la entrada y bufó.

Todo sea por hacer lo que me gusta, pensó mientras se dirigía a la recepción, donde una joven vestida elegantemente anotaba cosas en un computador.

— Bienvenido ¿En qué puedo ayudarte? —dijo la mujer, que Donghyuck reconoció como beta, o quizás era una omega con bastantes supresores.

— Eeh, si —dijo Donghyuck mientras sacaba de su mochila una carpeta y se la extendía,— Soy Lee Donghyuck. Me matriculé hace unas semanas acá y venía a pedir una beca de residencia, estos son los papeles que me piden.

La mujer recibió la carpeta, mientras tecleaba su nombre en el buscador.

— Lee... Donghyuck ¡Acá! —exclamó apenas encontró su nombre entre tantos Lee,— ¿Alfa? 

— No, omega.

La mirada de asombro que le dio a Donghyuck sólo hizo que este deseara rodar los ojos y darle a la pared con la cabeza. Siempre hacían la misma expresión.

— ¿De verdad? No lo pareces —dijo la mujer sonriendo.

— ¿Debería tomarlo como un cumplido? Mejor siga tecleando, tengo que trasladar mis cosas —dijo sin ninguna pizca de amabilidad, silenciándola y apurando el trámite.

Pasaron unos minutos en los que se esperaba la confirmación de la residencia sobre los cupos, así que para adelantar trabajo, la joven le entregó la llave del casillero que le correspondía y le dio un folleto con las distintas direcciones de los salones que pertenecían a la universidad.

Donghyuck guardó las llaves en su mochila para no perderlas cuando el sonido de un correo sonó en la computadora frente a él.

— Queda un cupo en la sección C de la residencia, es sólo para omegas así que no debes preocuparte de toparte con un alfa por eso lados —explicó la mujer, entregando un papel con un código extraño que Donghyuck no entendía,— Acércate a la ventanilla de allá y pásale este papel, ellos te entregarán la llave de tu habitación. Hay dos chicos más, espero no te moleste.

— Es lo que hay —levantó sus hombros con indiferencia, después se inclino levemente,— Muchas gracias, buen día.

Se alejó de la mujer sin dejar que esta respondiera para ahora acercarse al otro lugar donde un joven lo miraba con una sonrisa de oreja a oreja.

Este si es omega, huele fatal, su mente divagó mientras el chico le explicaba como llegar a su habitación.

Recibió la llave que le extendía y se despidió, ignorando los para nada sutiles coqueteos que el otro le daba. Quizás no se dio cuenta que eres omega, escuchó a su lobo. No me importa.

Caminó por los pasillos del campus cuando chocó por casualidad con alguien.

— D-de verdad lo siento ¿Estás bien? —bueno, ese definitivamente no era el día de Donghyuck.

— Lo estoy, me puedo para solo, gracias —dijo negando la mano que se estiraba frente a él.

— E-está bien, que tengas buen d-día...

Así como apareció, el joven de rubio cabello desapareció de la vista de Donghyuck.

¿Menta? ¿Cómo es que esa cosa es alfa?, su rostro extrañado no pasó desapercibido, pero ignoró las miradas que los demás le daban. Mira quién habla, molestó su interior. Cállate.

Si, Donghyuck tenía una relación de amor-odio consigo mismo.

Después de tantos choques y disculpas falsas, sin contar que se perdió por quince minutos, pudo dar con la sección de la residencia. Suspiró aliviado.

Y cuando creía que por fin su día se estaba arreglando, una pelota de origen desconocido se estampó en su rostro, dejándolo inmóvil en el suelo, aguantándose el grito de dolor y ganas de llorar. Seguía siendo un omega chillón, para desgracia suya.

— Lo maté, oh por Dios ¿Estás muerto? —escuchó una voz preocupada y dulce como el aroma que desprendía.

— Estoy bien, sólo... —se levantó despacio, mientras esperaba recomponerse,— Todo da vueltas, tienes mucha fuerza.

— No fue mi intención ¿Vienes a quedarte a la residencia? ¿Te ayudo con tus cosas? ¿En que sección estás? Yo también me quedo aquí...

Muchas palabras juntas para el pobre Donghyuck que aún no se recuperaba del golpe. Con cuidado, puso su mano en la boca contraria e hizo un gesto con su cabeza.

— Hablas mucho —lo miró serio,— Si, por favor, en la C, no me importa si te quedas. Ahora sígueme.

Donghyuck tomó su mochila mientras el chico tomaba su bolso y juntos caminaron hacia la sección C, subieron las escaleras en silencio. El moreno sacó la llave para revisar el número de su habitación. Al identificar el número, se acercó a ella al mismo tiempo que esta se abría hacia fuera, empujando a Donghyuck hacia el piso. Otra vez.

— Chen... ¡Oh, no! He matado a una persona —se agachó a tomar el pulso,— Chenle, trae una bolsa, hay que esconder el cuerpo.

— Hyung, no está muerto —dijo Chenle riendo,— Si un pelotazo no lo mató, no creo que lo haga una puerta.

— ¿Cómo que pelotazo? —lo miró con el entrecejo fruncido, para después sonreír y ayudar al chico que aún se encontraba en el suelo,— ¿Te encuentras bien?

— Creo que ya he escuchado el "te encuentras bien" demasiadas veces en el día —dijo sobando su cabeza,— Soy Lee Donghyuck, supongo que tú y el chico pelinaranja son mis compañeros de habitación.

— Así parece —la sonrisa del otro chico transmitía una calidez que calmó instantáneamente el corazón de Donghyuck,— Soy Renjun y el pequeñín de acá es Chenle, ambos estudiamos canto y composición aunque estamos en diferente año.

— Yo estudio producción musical, un gusto conocerlos.

— No creo que sea una muy bonita presentación sentado en el suelo Donghyuck —Chenle rio, tenía razón,— Te ayudo con tus cosas, vamos adentro.

Los tres chicos entraron a la habitación, mientras conversaban entre si horarios de clases y gustos musicales, empezando desde ya a organizar su nueva vida universitaria en conjunto.

Empezó a ordenar sus cosas en el lado que le correspondía, guardó su ropa y puso sus cuadernos y lápices en el escritorio que sería suyo. Tanta acción le dio sueño, así que se acomodó un rato en la cama a descansar.

Después de todo, no fue un día tan malo, a lo lejos distinguió la voz de su lobo. Déjame dormir.