46 | Flores azules

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Donghyuck estaba echado sobre su mesa, esperando que el profesor más aburrido de su carrera llegara. Jihoon llegó a los pocos minutos y se sentó a su lado, haciéndole compañía en silencio.

El cansancio que tenía el moreno era notorio, pero prefería dar golpecitos con su mano vendada sobre la mesa de forma constante a dormir un rato. Sintió como la puerta de la sala se abría, se levantó para ver quién era cuando se topo con la cara del peliverde.

Mark lo miró un buen rato, con una expresión que no pudo descifrar. Lo vio acercarse a su asiento y observarlo de más cerca; hasta Jihoon se sintió confundido.

— ¿Se te perdió algo, imbécil? —le habló, perezoso.

No hubo una respuesta, Mark giró sobre su eje y se dirigió ahora a su propio puesto. Donghyuck y su compañero se miraron, completamente confundidos.

Pasó un corto tiempo antes de que el profesor llegara. El moreno se enderezó somnoliento y empezó a escribir lo que el caballero ya empezaba a dictar. ¿Otra vez? Es que este hombre no se muere.

Cada vez que levantaba su mirada para preguntarle al profesor qué había dicho (porque su flojera le impedía escuchar la mitad de la frase), se topaba con los ojos del alfa observándolo descaradamente.

Donghyuck pudo soportarlo las primeras quince veces, pero ya empezaba a sentirse acosado. Cuando levantó su mirada otra vez y vio al chico, le sonrió con una mueca, a la vez que le mostraba el dedo corazón. Mark rodó los ojos y volvió su vista al pizarrón.

Apenas terminaron las clases, Donghyuck se levantó de su puesto y caminó hacia adelante.

— ¿Se puede saber qué mierda estás tramando, Lee? —le encaró.

— Nada que te importe.

— Entonces deja de mirarme, carajo —dijo con reproche, chasqueando la lengua,— Pareces un idiota.

Mark lo miró antes de levantarse. Tomó sus cosas con una mano y con la otra, jaló a Donghyuck hacia fuera de la sala, empezando a arrastrarlo hacia el lugar que ya se había vuelto conocido para ellos. ¿Por qué mierda nunca hay alguien por estos lados? 

No está demás agregar que el moreno fue todo el momento quejándose y haciendo fuerza para evitar el arrastre. Mark no tuvo otra opción más que llevarlo sobre sus hombros. Otra vez.

— ¡Oye, bastardo! ¡Bájame, hijo de puta!

El peliverde lo bajó, siendo demasiado brusco y haciendo que su trasero se estampara en el césped.

— ¡Pero con cuidado! —se quejó, levantándose,— ¿Qué te pasa?

Mark lo miraba fijamente, no decía ninguna palabra y eso lo ponía con los pelos de punta. Por fin, el chico hizo un movimiento, apuntando su mano vendada.

— No me digas que eso es-... —se dio un golpe en la frente con su propia mano,— ¿Es que tu no tienes cuidado? Idiota.

— ¿Y a ti qué te importa? —le refutó, con enojo,— ¿Y qué si es del sábado? Preocúpate de ti mismo, imbécil.



¡Oye, no lo hagas! Mantenme contigo ¿Quién disparó? ¿Qué pasó? Donghyuck, por el amor de Dios, responde alguna cosa.

— ¿Por qué llamaste?

Hubo un silencio en la línea. Donghyuck intentando reestablecer su respiración tirado en el asfalto por el reciente intento de asalto que había sufrido, Mark intentando buscar una respuesta coherente. Al final no la encontró y decidió cortar.

Omega Controla a Alfa | MarkhyuckDonde viven las historias. Descúbrelo ahora