20 | Planeando la paz

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— Viniste —la voz de Jeno habló cuando vio el cuerpo del mayor asomarse por el pasillo.

— Por más que me desagrades, no iba a faltar —bufó Renjun, tomando asiento en la silla más lejana,— Dije que te haría clase desde acá ¿Supresores?

— Los tomé antes de venir —asintió Jeno.

Esas eran las dos reglas que había puesto el chino para acceder a darle clases: Estar al menos dos metros de distancia y que el alfa tomara un supresor para ocultar su olor. Una vez se acabara el efecto, se acabaría la clase y Renjun se iría para que su ropa no se impregnara con el fuerte aroma a petricor del menor.

— Bien, comencemos —dijo Renjun, sacando una carpeta,— Soy de poca paciencia, así que no te sorprendas si en algún momento me ves lanzar una silla a tu cabeza. No confío en ti, así que no te me acerques o voy a gritar.

Jeno asintió sonriendo.

Los minutos pasaban y Jeno parecía ir bastante bien. El chino le iba tomando algunos ejercicios de vocalización, comprobó que tenía un registro relativamente amplio y los graves se le daban muy bien. Había ciertos problemas de polirritmia, así que debería trabajar en eso. Hizo un pequeño examen teórico y encontró la falla del menor: No sabía aplicar lo que sabía.

— Sólo escribe lo que se te viene a la mente —decía Renjun, golpeando su frente con el lápiz.

— Sé cual es la respuesta, pero no sé redactarla —se quejaba el coreano,— Créeme, la tengo...

— A ver, dímela —Renjun preguntó,— ¿Cuáles son las siete armonías compuestas por tríadas?

Jeno miró el techo buscando la respuesta, pero negó con la cabeza. 

— Con un piano se me hará más fácil.

— Me voy, aprende por tu cuenta —dijo el chino levantándose de golpe,—Ya me aburrí y tú no entiendes, no tiene sentido que siga aquí.

— No, Renjun —hizo el amago de levantarse, pero con una sola mirada del contrario, se detuvo,— Sólo... Quédate un poco más, ya verás que me acordaré.

El chico lo miró dubitativo y se sentó, esperando que de algún modo la respuesta de su pregunta fuera respondida. Al final, igual terminó diciéndola él.


— ¡Jeno! ¿Tan sordo estás? Llevo hablándote más de quince minutos y no pones atención —la voz de Mark se alzaba frente a él, seguía sin haber respuesta,— No hay caso, me moriré y te culparé.

El chico por fin pestañeó y miró al contrario con una sonrisa.

— Lo siento, estaba pensando en otra cosa ¿Qué me decías? —preguntó Jeno, interesado.

— Te dije que me trajeras un maldito supresor, siento que me estoy quemando vivo —masculló el mayor, subiendo los primeros escalones.

— ¿Era hoy? ¿Avisaste a la facultad? —dijo, colándose por su habitación para conseguir una de las pastillas, escuchó al chico hacer un sonido afirmativo,— Bien, atrápalo y no ensucies las sábanas, las cambié hoy.

— ¡Púdrete Lee!

Jeno rio mientras el chico desparecía de su vista. Mark se volvía tan enojón cuando llegaba su celo.

Omega Controla a Alfa | MarkhyuckDonde viven las historias. Descúbrelo ahora