Epílogo.

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Meses después

Josephine

Me deslizo sobre la cama cuando escucho el maullido de Peaches en la puerta del baño; casi quiero reír porque es un trabajo difícil bañarse y que ella no esté rascando con sus garritas de bebé la puerta intentando ingresar. Sobre todo, cuando me pierdo con Theo en la ducha.

La sostengo entre mis manos y la subo conmigo devuelta a la cama mientras esperamos que mi novio salga de su baño; mi mirada recorre la habitación encontrando a Topanga dormida dentro de su caja. 

Ella es algo perezosa; la última vez que, la saque a jugar no quiso hacerlo, y se durmió sobre mi estómago, pero, si es Theo quién lo hace, está más que encantada. Es una mascota muy fiel a su dueño original, aunque, a veces me da tristeza que no le agrade tanto, aunque Theo me ha dicho que ella es así incluso con Ada.

El disco de vinilo vuelve a reproducirse por segunda ocasión, y sonrío; finalmente he sacado de su equipaje el regalo que Theo me dio hace meses atrás. 

Peaches me da una lamida en la mejilla trepando por mi hombro, y luego, se pone a juguetear con mi cabello; es algo que le encanta hacer todo el tiempo. 

—Voy a ponerme celoso de Peaches. —la voz ronca de Theo ingresa al ambiente; ruedo mis ojos divertida por sus palabras. —Peaches, tu mami humana también es mía, deja de acapararla. —añade con un tono bromista, y se inclina sobre mí para darme un beso en los labios que recibo con gusto.

—No dices lo mismo cuando está contigo viendo pelis o cuando estás con tus videojuegos en sala, y no me prestas atención. —murmuro sobre su oído cuando se aparta haciendo que ría.

—Dulzura, eres una mentirosa. —me acusa, pero, aun así, sigo sonriendo. —Sabes bien como termina eso cuando te presto absoluta atención.

Dioses, mis mejillas se sonrojan.

Claro que sé cómo terminan; de preferencia Theo sobre mí dándome orgasmos de los que no me quejo. 

La última vez, me dejo amarrarlo a la cama. Fue algo sexy, y caliente. ¡Dioses, más bien fue fabuloso en todo su esplendor!

—Deberías cambiarte rápido o llegaremos tarde. —menciono haciendo que él suelte un resoplido con un puchero de por medio.

—No podríamos quedarnos en casa. —inquiere mientras se dirige con su cuerpo de jugador de hockey a su armario y saca una de mis camisetas favoritas para colocarse. 

La toalla desaparece enseguida y envío mi mirada hacia un lado porque si me ve espiándolo esto terminará con nosotros enredados en la cama, y ya llegamos tarde a esta reunión la semana pasada por ello.

—Ross probablemente no te invitará más a su departamento. —hablo. —Ya de por sí parece que le caes más que bien y te deja elegir la película en la noche de películas. —añado.

—Por el ángel. —suspira. —Hacerme amigo de los del americano ha resultado una pesadilla. —bromea.

Desde que Maya y Ross se mudaron, por fin. 

Aún mantengo en mi mente que arruiné la sorpresa. Pero, Hamilton no me ha dejado hundida en ese barco y asegura que esperar, fue lo mejor para él y Maya.

Como decía, después de que se mudaron, empezaron las invitaciones a pasar más tiempo allí con el equipo de fútbol y del hockey, y es así como las enemistades se fueron disolviendo con el paso del tiempo; aún hay algunas discusiones, sobre todo entre Bart y Deadshot, pero, eso es porque ambos son idénticos, y lo saben. Tienen más cosas en común que ninguna otra persona en este círculo de amistad puede igualar con ellos, y cuando se lo mencionas a uno de los dos, ambos, gruñen al mismo tiempo. 

«Todo lo que quiero» (GC #2)✔©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora