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Seungkwan se enamoró. Fue en un pequeño descuido de Woozi, solo despegó los ojos del niño en un segundo y para cuando se acordó Seungkwan ya estaba enamorado. Y ahora su niño no quiere soltar el enorme peluche de oso que es mucho más alto que el propio Woozi, es inmenso, incluso Seungkwan puede abrazar la panza del oso y subirse en él... hasta Woozi puede hacerlo. Es un oso tan enorme como la cama, de color miel y con un moño y ojos negros, una sonrisa. Este enorme oso enamoró a su hijo.

Y dice que lo enamoró porque Seungkwan se niega a soltarlo. El pequeño se abrazó de la pancita suave del oso y ahora no lo suelta, está sobre él, agarrado con brazos y piernas mientras que Woozi tiene que alzar la cabeza para ver a los ojos al oso. Y Woozi no tiene una idea de lo que debe hacer. Quiere apartar a Seungkwan, pero...

—¡No, es mío! ¡Papi, mio!

Woozi no puede apartar a su hijo cuando se aferra así a algo, más que nada porque es casi imposible hacerlo, aun si lo intenta jalar podría lastimar al bebé y es lo que menos quiere hacer. Por lo que Woozi debe de idear un plan que le permita salir de esa tienda sin el nuevo amor de Seungkwan.

—Seungkwan, tienes muchos más osos en casa...

—¡Pero no tengo este!

—¿Dónde lo vas a poner?

—¡Conmigo! ¡si cabemos!

Si el niño no tuviera razón podría discutir, pero la tiene, lo peor es que no puede argumentar mucho porque Hoshi tiene un montón de peluches de tigres de los que no se deshace, así que ellos nunca le han negado un peluche a Seungkwan, el niño está tan acostumbrado a siempre tener lo que pide que ahora es difícil decirle que no. Quizás Seungkwan si está un poquito mimado, solo un poquito.

—Seungkwan, no llevaremos a ese oso.

Dice con la voz firme, algo que usa muy poco con Seungkwannie y que suele usar más con Hoshi. Entonces hay un silencio en el que Seungkwan lo mira a los ojos, sus preciosos ojitos abiertos y brillosos como si fuera a llorar, y su naricita roja al igual que sus mejillas y un puchero. Su niño le está haciendo ojitos para llevarse el oso, para ignorar la orden de Woozi quien quiere mantenerse firme.

—Pero... ¿por favor? Prometo portarme bien... y cantar bonito. Y bailar si papá Hoshi quiere.— Seungkwan comienza a moquear llevándose una mano a la boca. —Papi... quiero el osito...

Y cuando Seungkwan comienza a llorar Woozi aun intenta mantenerse firme. Pero Seungkwan llora, y llora... y llora.

Termina comprando el maldito oso.

Ni si quiera sabe como va a llevarlo a casa, es enorme, no cabe en el auto y Seungkwan no quiere despegarse ni un segundo de él, la tienda puede enviar el oso pero tienen que esperar y su niño no entiende que tiene que apartarse si es que no quiere llegar en un paquete de dos a tres días hábiles. ¿Cómo va a llevar el oso a casa?

Woozi observa el enorme tamaño del peluche y observa su auto. Eso no va a caber allí. O entra el oso o entra él. Y tampoco puede llevarlo arrastrando, se ensuciará y cargando... el oso es más grande que Woozi ¿Cómo se supone que lo va a cargar? ¿debería amarrarlo arriba del auto? ¿con que cuerda? No contempló encontrarse con un oso enorme en la tienda ni comprarlo, no está preparado para llevarlo a casa.

Está fuera de la tienda, mirando al oso, y a Seungkwan que aun abraza el oso con todas sus extremidades.

¿Cómo llevarlo a casa? ¿lo envuelve en una sabana y lo rueda por todo el camino? ¿o se mete en el oso y se lo lleva caminando? No, se asfixiaría en ese oso.

—¡Mami, mira el oso!— Grita un niño pequeño apuntando al enorme oso, justo pasa una mujer con su hijo, el niño en una carriola y Woozi lo observa.

Seungkwan levanta la manita del oso para que este se despida.

—¡Adios!— Dice Kwannie agitando el peluche.

—¡Adios!— Responde el niño.

Y Woozi tiene una idea.

.

—¡Somos policías!— Grita Kwannie con su casco y sus lentes oscuros puestos, el pequeño cochesito moviéndose con los esfuerzos de las piernas de su niño y de los brazos de Woozi, quien empuja y evita que el oso se caiga. —¡Dos policías!

El oso también tiene un casco de y lentes puestos, porque Seungkwan le dijo que era por seguridad, si tenían que subirse a un cochecito de juguete entonces también tenían que tener seguridad como cascos y una placa de policía. En ese punto Woozi solo quiere llegar a casa. El oso ni siquiera cabe en el coche, sobresale mucho y le tapa un poco la vista así que tiene que asomarse de vez en vez para evitar chocar.

Él solo iba a comprar comida y terminó comprando un oso enorme y un cochecito junto con cascos y lentes oscuros de policía. Pero bien, con Seungkwannie cada salida siempre es diferente, y cada día, y quizás es una de las partes que más le gustan de su hijo. Desde que llegó a su vida rompió la rutina e hizo sus días más alegres, llenó la casa de ruido y risas y de peluches, aunque Hoshi ya tenía buena parte repleta de peluches de tigres. Bueno, al menos ahora tiene más variedad de peluches.

Cuando por fin llega a casa está exhausto. Solo quiere entrar y dormir y...

—¡Papi! ¡es el destino!

Abre los ojos y mira enfrente solo para encontrarse con su tonto esposo sonriendo y cargando un enorme peluche de tigre, del mismo tamaño que el oso de Seungkwan... Y Woozi suspira con fuerza.

—¡Me lo encontré de camino a casa!— Dice Hoshi dejando al tigre justo enfrente del oso para ayudar a Seungkwan a bajarlo del carrito. —¡Me miraba como si quisiera venir conmigo y ahora sé porque!

Woozi mira a ambos enormes peluches, más grandes que él.

—¡Ahora son amigos! ¡muy amigos!

—¡Son grandes amigos!

Y mientras que su hijo y su esposo gritan alegres Woozi solo da un par de pasos antes de tirarse sobre ambos peluches, tan cansado que ni siquiera puede pensar.

Y son tan suavecitos que se duerme allí.

Bien, al menos.

Ahora quiere un tercer peluche.


Adorable, lindo y tierno. [Seventeen]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora