Capitulo 14: Hay amores...

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Capítulo desbloqueado 😃

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Salvatore Bianco

Mirar el fuego me relajaba, me sentía cálido me hacía pensar y de alguna manera olvidar. Aquel lugar en especial me gustaba mucho porque era donde único sentía paz e incluso podía escuchar el silencio. Es difícil de describir cómo suena el silencio pero es algo así como un zumbido de paz. El silencio sentaba perfecto aunque aún no lograba hacer que el corazón se sintiera igual. Tenía a Aitana allí tan cerca mío que eso me ponía nervioso. No estaba seguro de que pudiéramos ser los mismos pero al menos deseaba intentarlo y no dejar ninguna esperanza agonizando ser utilizada. Quizá mamá tenía razón, hay personas que nacen para amar y otras para ser amados; no puedes ser ambas y creo que a mi me ha tocado la peor parte, amar intensamente sin poder sentir que era querido por alguien en esta vida. Llegué a pensar que si no fuera por el "Bianco" en mi cédula, en acento italiano y la cuenta de banco con más de seis cifras no sería nada para nadie. Muchos desean dinero, poder, la vida que yo tenía pero esa misma vida era la que me tenía en la soledad y no saber si el amor para alguien como yo podía ser desinteresado. Ese amor pensé encontrarlo en Aitana pero ahora no sabía si ella era una más de tantas mujeres que sólo veían las cifras, el apellido, un flotador.

— ¿Hasta cuándo me tendrás aquí?

Levanté la mirada y Aitana estaba parada a mi lado con los ojos saltones mirándome como un koala asustado. Ella es tan hermosa, tan frágil, tan bella, tan sencilla que solo deseaba que su rostro fuera el que viera cada mañana, cada noche, cada segundo de mi vida.

— Creo que he cometido un error al obligarte aquí y es que he actuado por impulsos. Pensé que teniéndote aquí de alguna forma haría que me quisieras, que ese amor que decías sentir por mi volviera pero creo que me he excedido.

— Salvatore hay cosas que es mejor dejarlas por la paz.

Asentí con la cabeza con los ojos llenos de lágrimas.

— Antes de que te vayas..., antes de que volteemos a mirar a otros horizontes quiero proponerte algo.

— ¿Qué cosa?

— Dame esta noche y el resto esta semana para alejarnos de la realidad por un momento. Si tenemos que resignarnos a no estar juntos, al menos me gustaría poder pretender que por estos días todo sigue igual, necesito tenerte cerca, amarte, mirarte a los ojos las veces que pueda aunque sea a modo de despedida. Te prometo que después no volveré a molestarte.

Aitana se sentó a mi lado y no dijo nada. Solo se sentó y miró las llamas arder tal y como lo estaba haciendo yo. Me dolía, me dolía en el alma estar ahí sentado y no poder tocarla, no poder besarla por el miedo, por no saber cómo ella lo tomaría. No tenía idea de que hacer pero de momento pensé en algo que quizá no haría que Aitana volviera a mi, pero al menos lograría liberarme de tantas cargas, de tantos secretos que por orgullo seguíamos callando absurdamente.

— Todo este tiempo te he pedido que confíes en mi, que me digas que es eso que te aflige, que seas sincera pero la verdad es que yo no he sido sincero del todo. Quiero serlo ahora, quiero decirte todo lo que no te he dicho antes. Desde que era un crío, tuve que aceptar que a mi madre le importaba más sus citas al spa que recogerme al colegio. Era difícil para un niño entender porque su madre no lo quería y prefería a su hermano si eran exactamente iguales. Me miraba al espejo y no entendía, no comprendía porque no podía tener el amor que mi hermano recibía de ella. Si..., tengo un hermano..., gemelo. He intentado toda la vida ser igual a él por irónico que parezca pero por más que intentaba parecerme a él o hacer las mismas cosas, mi madre no me notaba. Crecimos y ya las peleas no eran por juguetes o por la atención de mamá, mi hermano se empeñaba siempre en quitarme todo lo que tenía y mi madre lo aplaudía. Decía que lo único que me quedaba era parecerme físicamente a él y que solo eso tenía de bueno ser yo. Por mucho tiempo lo creí, por mucho tiempo me hice a un lado incluso de los negocios de la familia. Mi madre hizo todo lo posible porque una vez mi padre se retirara, toda su fortuna y empresa quedara a manos de mi hermano. Todo cambió cuando mi padre murió, no solo me quedé solo en este mundo, sino que el desinterés de mi madre pasó a desprecio y la frialdad de mi hermano a odio y envidia. Mi padre dejó a mi nombre la empresa que por tantos años mi madre preparó a mi hermano para dirigir. Desde ese momento he vivido un infierno.

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