Capitulo 30: una perdida eterna

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Actualización semanal

Tendré noticias pronto de la nueva versión tuya por una noche pero les adelanto que lo más probable es que no la publique acá en Wattpad ya que esta plataforma no está teniendo el auge que tenía antes. No hay apoyo ni reconocimiento al autor como en otras plataformas de parte de los lectores.

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Salvatore Bianco

Estaba preocupado, joder más que preocupado desesperado. Habían pasado varios días desde que nos negaron la adopción de Mariana y honestamente esperaba que Aitana cayera en una depresión que sería normal en esas circunstancias pero no, pasó todo lo contrario. Estaba serena, creo que demasiado a un punto que preocupaba. No había dicho una sola palabra desde ese día y actuaba como si nada hubiera pasado. Mucho menos la veía llorar, más bien no tenía reacción alguna en su rostro. Intentar hablarle resultaba inútil porque simplemente se quedaba callada. Alicia se acercó y también algo confundida comentó.

— Todos procesamos las cosas de distinta manera. Tal vez ella aún no lo asimila. Dale tiempo, quizá es lo único que necesita.

— No estás entendiendo nada. No la has visto, desde que nos negaron la adopción de Mariana parece una autómata. Se levanta todas las jodidas mañanas, no come, no habla y solo se queda sentada en el suelo de la habitación de la que sería de Mariana. No llora, no reacciona, jamás la había visto así. Luego sigue el día como si literal no ocurriera nada. Se va a trabajar y regresa hasta poco menos de media noche.

— Tenemos mucho trabajo en la empresa, quizá eso le ayuda a despejarse.

Hastiado de excusas tontas y que todo mundo quiera verme la cara de imbécil respondí sin medir la intensidad de las palabras de las cuales terminé arrepintiéndome.

— ¿Trabajo? Alicia están prácticamente en bancarrota. ¿Qué trabajo pueden tener?

— Pues aunque te parezca imposible precisamente por ese mismo motivo los contratos que tenemos tenemos que conservarlos al máximo. — Respondió mosqueada.

Ya no sabía qué hacer, no tenía idea por donde entrarle, como ayudarla o lograr que se abriera en lugar de encerrarse en sí misma. No había mucho que buscar, era obvio quien estaba detrás de aquello y tuve que buscar de donde atarme para no dejar que los impulsos y el enojo me cegaran. Seguramente fue Camila quien alertó al hogar de niñas y como es de esperarse, estaba segura de que iría donde ella a reclamarle y eso solo haría que su ego subiera y no, no le daría el gusto. No sabía cómo, ni siquiera sabía por dónde empezar pero lograría hacer que Aitana saliera de la depresión en la que estaba y que intentaba ocultar con esa frialdad y desdén que tenía. Al llegar a la casa extrañamente ella había llegado temprano. Dejando las llaves sobre la isla de la cocina vi sobre la misma dos botellas de vino sin abrir junto a las llaves del coche de Aitana. Ver esas botellas ahí me asustaron pero también me aliviaron un poco. Aitana por un momento tal vez se vio tentada a tomar pero no lo hizo, aún estaban las botellas ahí cerradas y eso dentro de todo, me calmó. La busqué en nuestra habitación y no estaba, fui a la biblioteca donde ella solía pasar la mayor parte del tiempo y tampoco estaba. Pensé que estaría en el piano de cola pero no, no estaba; entonces quedaba un lugar, el cuarto de Mariana. Caminé hasta la habitación y ahí estaba ella sentada al pie de la cama, ida, en trance. Físicamente estaba ahí pero su mente, esa estaba muy lejos. Me senté a su lado y pude ver lágrimas secas en sus mejillas agarré una de sus manos y estas estaban frías, sin reacción.

— Hey..., cariño tenemos que hablar. No puedes seguir así.

Bajó la mirada y luego de unos minutos después de no hablar por días respondió con la voz quebrantada y tenue.

Sin Amanecer Donde viven las historias. Descúbrelo ahora