Capitulo 6: Anatia

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Salvatore Bianco

El lugar estaba repleto, al menos eso decían los asistentes y también podía escuchar la gente. Era demasiado, era bastante tener que fingir que todo estaba bien y que en efecto, mi vida era perfecta. No lo era joder, no importaba cuantos millones, cuantos contratos o cuántas revistas me catalogaran ahora como el nuevo "magnate" de los vinos seguía sintiéndome fracasado en todo, incluso en lo que alguna vez me apasionó, los vinos. Renata entró algo temerosa y al verla intenté estar sereno y no mostrar que en cierto punto, estaba arrepentido por lo que llegó a pasar entre los dos la noche anterior.

— Hey, ¿estás bien?

— Si, solo algo abrumado

— Todo saldrá bien

— Seguramente

Ella se acercó a mis labios y besándolos suavemente sonrió dejando que su perfume sutilmente impregnara mi nariz y por escasos segundos ligeramente mis sentidos. Me sentía culpable, en una nube negra que jamás se aclaraba. Me sentí terrible por terminar vencido por un impulso y terminar en una cama con otra mujer. Debí de sentir placer, esperé poder disfrutarlo pero estuve lejos de siquiera estar complacido. Tener sexo con Renata me dejó más que confundido, me dejo totalmente descolocado.

— Será un día genial, sé lo que significa ese vino para ti aunque no quieras hablar mucho de él, o de ella tal vez.

— No se de que hablas

Suspirando se sentó a mi lado y serena respondió.

— Ayer fue..., ayer fue el día más feliz de mi vida hasta ahora. Después de tantos años, hice el amor con el hombre que amo desde hace tanto tiempo. Pero también fue una noche algo..., algo reveladora. Aunque esa mujer no está aquí físicamente lo está en tu mente, la llevas a todas partes. Anoche mientras dormías, mencionaste su nombre "Aitana" lo hiciste con dolor pero también aferrado a su recuerdo. Aunque no lo digas, aunque no hables de lo que sucedió, se que tomará tiempo el que me veas como la ves a ella.

— Lo siento, no quise hacerte sentir mal.

— No lo haces, y si lo hicieras..., tampoco importaría mucho porque desde el principio se a lo que me atenía. El vino..., ese vino en realidad no es nuevo. Tú mismo me lo has dicho. Ha sido uno de tus más grandes proyectos, lo has perfeccionado por años sin éxito hasta que lo lograste y tal vez por eso el nombre del vino, o el querer mostrárselo al mundo como lo harás hoy. Esa mujer aunque la dejarás de amar en algún momento se que no se irá de tu mente. Y está bien...,significa que me he enamorado de un hombre genuino. De esos que aman intensamente. Alístate, te están esperando afuera.

— ¿Cómo haces para ser así? ¿Como haces para que no te afecte? ¿Acaso no te das cuenta que te lastimo mas de lo que te hago feliz?

Encogió los hombros obstinada.

— Solo necesito aferrarme a los mejores momentos, y eso hago. Se te está haciendo tarde, brillarás hoy así que anda y ve y demuestra lo mejor de ti.

Esa bocanada de positivismo era lo que me tenía adherido a ella. Lo necesitaba, necesitaba llenarme de ese sentimiento de esperanza que en ocasiones lograba hacerme olvidar y dejar de querer arrancarme la piel para intentar borrar de ella y de mi memoria a Aitana. Renta era la paz, la estabilidad, era también la comprensión, la bondad..., mientras, Aitana era la pasión, el deseo, ese amor desmedido y sin explicación, Aitana era ese deseo de querer envejecer junto a alguien, pero también ella era todo lo opuesto a Renata, era inestable, impredecible, llena de tormentos los cuales no compartía ni dejaba que otros ayudaran a sanar. Aitana era simplemente la combinación de lo mejor y lo peor que puede tener una persona. Era esa combinación lo que hacía de mi amor por ella un martirio constante. Sacudí la cabeza y buscando serenidad y la mejor cara para el público, salí a ante ellos y deteniéndome ante un podio tenía justo en mis manos un discurso escrito con lo que debía decir para que aquello fuera el "lanzamiento del año" lo dejé a un lado y los asistentes del evento me querían matar con la mirada.

Sin Amanecer Donde viven las historias. Descúbrelo ahora