Capitulo 47: Promesas que mueren en el aire

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Actualización semanal 😊

Aitana Sorní

Algo en mi interior sabía que nada estaba bien. Me sentía como la otra, como la mujer que se mete en medio de dos personas y las separa. Desde que llegué a España no supe lo que era respirar en paz. Estaba pendiente a los periódicos, a los noticieros, a cualquier cosa que dijera que la boda de Salvatore fue cancelada pero no, nada salía en los noticieros. Tocaron la puerta desesperadamente y algo distraída fui a ver de quien se trataba y al abrir la puerta lo primero que recibí fue una cachetada de mi suegra. Si..., una cachetada de mi suegra. Miré a los escoltas con fastidio y enojada comenté.

— Si de esta manera me "cuidan" me doy por jodida.

Agatha entró a la casa sin ser recibida y la verdad se veía muy distinta a la última vez que la vi. Ahora estaba despeinada, sin maquillar y con el rostro demacrado, como si no hubiese dormido en días.

— Eres una oportunista, eso es lo que eres. Te dije que te quedaras callada pero ¡no! Tuviste que joderlo todo. Felicidades, ahora Salvatore se quedara jodido y ¿sabes por qué? Por tu culpa porque lo conozco y no aceptará mi ayuda.

— Él tenía que saberlo, tarde o temprano se enteraría ah y vuelves a abofetearme me voy a olvidar de quien eres y esa si te la devuelvo. Si no tienes más que decir adiós, estoy ocupada.

Agatha se quedó callada, me miró con seriedad y el momento de tornó algo incómodo. Creo que estaba un poco ebria porque Agatha lo más que cuidaba era lo que decía y esta vez no fue así. Chistó con melancolía y de manera aleatoria comentó.

— Solo quiero..., solo quiero que él tenga y sea lo que yo no puedo. Soy un asco como madre, como persona, pero lo único bueno que he podido hacer por él en la vida lo ha rechazado. Si tan solo el, si tan solo Salvatore lo aceptara, solo con eso me bastaría para poder irme de una vez.

— ¿irte? ¿De qué hablas?

Riendo un poco delirante preguntó.

— Dime algo..., ¿nunca has querido desaparecer? Es mi único deseo desde hace treinta y cuatro años. Es jodido ser algo que nunca quisiste ser pero no te quedó de otra. Pues ahora creo que puedo elegir cuando retirarme y eso..., eso haré.

Caminando algo desequilibrada llegó hasta la puerta y agarrando su abrigo con las palabras arrastradas habló en voz baja.

— Hazlo feliz e intenta que él..., intenta que Salvatore vuelva a ser Salvatore. Ya no te jodo más, adiós.

Ella salió acelerada y Alicia venía llegando con dos escoltas delante y dos detrás. Su cara fue de desconcierto al ver a mi suegra tóxica saliendo de la casa. Aún no me acostumbraba a ver a mi madre vestida con esa ropa que solo los de la realeza se ponen. Es que hasta se peina distinto, camina distinto y hasta para hablar era otra persona totalmente diferente.

— ¿Cómo estás cariño?

— Yo estoy bien. Solo no me acostumbro a ver a mi mamá así como a toda una duquesa.

Riendo algo sonrojada respondió.

— Aún estoy haciéndome la idea yo también. ¿Entonces ya Salvatore habló con Renata?

La sonrisa se me borró del rostro. El tema de Renata y Salvatore me ponía los nervios a mil. Comencé a caminar de lado a lado y necesité la necesidad de un trago. Pensé que había vencido el alcoholismo pero no, la verdad es que lo único que quería era tomar hasta emborracharme porque era la única forma de dejar de pensar. Ya no soportaba más una decepción. Estaba convencida de que nada saldría bien, no después de tanto que ha pasado. La vida se empeñaba en darme una cucharada de felicidad y luego galones de amargura. Suele suceder que ante tanta amargura terminaba sumiéndome en el ella pero ya estaba acostumbrada, solo que otra decepción no me haría llorar, solo me haría perder la poca esperanza que me quedaba.

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