Capitulo 38: La vida de cabeza

974 201 129
                                    

Actualización de la semana

*****

Salvatore Bianco

Fue doloroso tenerla de frente después de tanto tiempo. Fue doloroso verla y sentir enojo en lugar de felicidad. Ya no podía seguir teniendo esa montaña rusa de emociones, no podía seguir sintiendo que vivía al filo del abismo. Aunque no podía negar que la amaba, amarla solo me ha causado daño y un sin fin de sinsabores. Verla ahí a solo unos pasos de mi, verla tan cerca, tan hermosa, tan distinta me hizo flaquear el interior iniciando una guerra interna entre lo que quería y lo que debía hacer.

— ¿podemos hablar? Te prometo que no te quitaré mucho tiempo.

— ¿Hablar? Usted y yo no tenemos nada de qué hablar. Ahora si nos disculpas...

— Por favor, solo cinco minutos

— ¿Que acaso eres sorda? Te dijo que no quiere hablar contigo. Ahora déjanos en paz y deja de andar de rogona. — secundó Renata.

Apretó los los dientes y buscando no derrumbarse en lágrimas y armándose de fuerza y valor, suspiró profundamente logrando calmar su emociones.

— Salvatore, no voy a parar hasta que me escuches. Si luego de que lo hagas sigues pensado igual, te juro que esta vez me iré para siempre.

— Puedes ir yéndote desde ahora. — Insistió Renata

— Renata dame solo dos minutos, prometo no tardar

— Pero...

— Por favor

Refunfuñó pero aceptó dejarnos a solas por unos escasos minutos. No dejé que ella hablara, esos minutos no eran para escucharla, más bien para dejarle claro que ya no permitiría que entrara en mi vida. No permitiría más juegos, más subidas y bajadas. Ahora quería estar en paz y ella estaba lejos de darme esa paz.

— Escucha algo Aitana, este tiempo que te fuiste me convencí que no basta el amor para formar una relación. Nos hicieron falta muchas cosas, tantas que el amor se quedó corto para estar estables. Te fuiste no una, dos veces aún cuando te pedí en lágrimas una vez que no volvieras a irte. Ahora soy yo quien te pide que te vayas. No tenemos nada de que hablar. No funcionó, y duele, porque duele acojonantemente pero es nuestra realidad. Se cerró nuestra puerta pero se me ha abierto una ventana con Renata y espero que suceda lo mismo para ti con alguien más.

— ¿Todo esto es por despecho? ¿Estás con ella solo porque no puedes perdonarme y escucharme? Yo me fui pero todo todo este tiempo viví un infierno, pero no busqué a ningún hombre para aliviarlo. En cambio tú..., tú pudiste fácilmente comprometerte con otra mujer en seis meses.

Tal vez muchos dirían que es orgullo o incluso que podría ser hasta cierto punto egoísmo pero no sabía cómo explicar aquello. No podía, simplemente no podía volver al pasado, no podía volver a lo mismo.

— He dejado que siempre fueras  lo primero incluso por encima de mí mismo, siempre estuve para ti, aún cuando yo me encontraba en mi propio infierno y lo único que te pedí fue que confiaras, que no te fueras. Pero nunca lo hiciste, pensaste en ti como siempre. Piensas en tus problemas, en tus traumas sin importar cómo termines jodiendo a los demás. Se acabó, no me interesa saber porque te fuiste. Espero que de una buena vez hagas tu vida y no lastimes a mas nadie.

Volver a verla fue lo último que hubiese deseado. Tenerla cerca, su rostro, su esencia, ver como el tiempo parecía no haber pasado por ella me hizo darme cuenta que aún seguía enamorado como idiota de esa mujer. Estaba enamorado más no ciego. La amaba pero me negaba a seguir sufriendo un amor que más que ser sano era dañino para ambos. A pesar de que la amaba, cuando estaba con Renata lograba estar sereno, en paz lo cual nunca lograba con Aitana. Tal vez la amaba, pero comenzaba a convencerme de qué hay personas que por más que se amen se hacen daño más juntas que separadas. Ahora las cosas eran distintas, estaba Renata en medio y lo menos que deseaba era dañarla. La busqué entre la gente y al final la encontré sentada en una mesa alejada de todos y con un par de copas haciendo efecto. Me senté a su lado y poniendo los ojos en blanco le pregunté que hacía bebiendo y ella como si de un insulto se hubiese tratado respondió.

Sin Amanecer Donde viven las historias. Descúbrelo ahora