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Aitana Sorní
Fui a ver a mamá. Necesitaba hablar con alguien y aún más, necesitaba despedirme de ella. Ya lo había decidido y aunque era una de las decisiones más fuertes que había tomado en mi vida, creo que era la más sensata. Mamá al verme corrió hacia donde mi y con solo abrazarme supo que algo ocurría.
— Aitana, ¿pasa algo verdad?
— Me voy un tiempo a Francia.
— ¿Qué? ¿Con Salvatore?— Negué con la cabeza— Me estás asustando.
— Lo he dejado o al menos planeo hacerlo hoy.
— ¿Qué vas a hacer que? No puede ser.
Sonreí tenue y agarrando sus manos suspiré buscando en ella las fuerzas que necesitaba para comenzar de cero y hacer que el amor que sentía por Salvatore no me alejara de lo que realmente debía hacer por el bien de los dos.
— Todo este tiempo he estado ciega en muchas cosas mamá. Tardé mucho en darme cuenta que el amor no lo es todo, qué hay cosas más importantes que creer que la vida es un cuento de hadas. Necesito alejarme de todos, alejarme de Salvatore, necesito empezar de cero. No he sido sensata, todo este tiempo he pensado en mí, en qué amo a ese hombre pero no puedo amar a nadie si no comienzo poniendo en orden mi vida.
— Puedes hacer eso al lado de él Aitana.
— Hace unos días, cuando hablé contigo sobre decirle o no acerca de lo que me sucedió esa noche, me decidí a abrirme con él. Estuve dispuesta a decirle que me estaba ahogando y necesitaba de él para poder superar lo de esa noche pero no salió como planeé. Fui a buscarlo a la casa y lo encontré en la cama teniendo sexo con otra mujer.
Mamá se quedó atónita, el dolor con la incredulidad se mezcló en su rostro y apenas pudiendo hablar me dijo que no podía ser, qué tal vez era un error o incluso mi imaginación. Joder, cuánto hubiese dado porque fuera mi imaginación pero no, ese día Salvatore le hacía el amor a otra mujer que no era yo.
— Tranquila mamá, estoy bien. Ahora lo tengo todo más claro que hace unos días. Cuando lo encontré con esa mujer, no te niego que me dolió, pero verlo ser normal, verlo ser feliz y pleno me hizo darme cuenta que jamás tendrá eso a mi lado. Por primera vez soy sincera conmigo misma y con mi realidad. Nuestra relación nunca fue normal, no soy capaz de darle a Salvatore lo que merece en estos momentos y tal vez esa otra mujer o cualquier otra si.
— Aitana, ¿te estás escuchando?
— Mamá, estoy bien. Me duele, me estoy muriendo ahora mismo pero no lo haré por siempre. Quiero empezar de cero lejos, en otro lugar. Necesito entender y encontrarme conmigo misma. Por favor, si el viene a buscarme no le digas donde estoy. Necesito que él haga su vida igual que yo haré la mía.
— Aitana, ustedes se aman. Joder esto es un error.
— Porque lo amo es que he decidido dejarlo ir. Es lo mejor para ambos. Me iré en tres días. Aún tengo algo que hacer antes de irme.
Mamá me abrazó con fuerza. Pude sentir en ese abrazo el deseo de querer cambiar mi parecer pero ya estaba decidida. Necesitaba irme lejos, donde nadie me conociera, donde pudiera estar sola, lejos del amor, lejos de Salvatore. Quería comenzar a crecer, a dedicarme a mi y a mi carrera, necesitaba hacer que mi alma se curara y eso lo lograría estando lejos. Regresé a la casa aprovechando que Salvatore estaría en el trabajo y comencé a empacar todas mis pertenencias. Hacer eso fue lo más jodido que hice en mi vida. No pude evitar llorar mientras hacía las maletas pero era parte del proceso y no daría marcha atrás. Por un momento pensé en llevarme algún retrato suyo, pero eso no ayudaría en nada y lo más que deseaba era olvidarlo. Envié unas tres maletas a la una habitación de hotel en el centro en la que me quedaría dos noches y antes de irme de aquella casa donde viví tantas cosas emocionantes y también amargas me detuve justo al lado del piano de cola sin poder evitar recordar las veces en las que tocaba melodías y ahí estaba Salvatore para escucharlas. Agarré una pluma y un papel, con palabras cortas, directas y sencillas me despedí no solo de Salvatore sino de aquella casa, de mi vida junto a él. Era hora de cerrar capítulos en mi vida y comenzar a escribir nuevos. Si algo aprendí de la vida, de mi relación con él es que el amor no es suficiente, es importante pero no lo es todo. Yo tengo amor por él pero no tengo la estabilidad, la confianza, el autoestima, el control y la seguridad que él y cualquier hombre necesitan. De la agenda en su despacho encontré la dirección de Renata. Lo más difícil no era dejarlo, lo más difícil era saber que había alguien que pronto si podría hacerlo feliz. Conduje hasta la dirección de Renata y con un nudo en la garganta y las piernas temblorosas, bajé del coche y caminé hasta su puerta. Golpee mis nudillos contra la puerta y en unos segundos ella la abrió quedando perpleja al verme allí.
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Sin Amanecer
RomanceTras la decisión de irse lejos y cortar con todo su pasado implicando renunciar a Salvatore y a la posibilidad de superar sus demonios, Aitana comienza una nueva "vida" en Francia donde superficialmente todo parece irle bien al menos profesionalment...