━━━𝐂𝐀𝐑𝐄𝐋𝐄𝐒𝐒 𝐖𝐇𝐈𝐒𝐏𝐄𝐑
━━━🧸🎧🍄ANDY HARRINGTON, la hermana pequeña del famoso Steve Harrington, se ve involucrada desde el año 1983 en una aventura algo peligrosa junto a un grupo de edades diferentes que les seguirá durante demasiado t...
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━━━━LOS CUATRO LLEGARON a la casa de los Byers en el coche de Jonathan con la garganta cerrada. Salieron del vehículo y abrieron el maletero para sacar todo lo que utilizarían. La trampa, clavos, el bate, las pistolas, el bidón de gasolina, las cajas de balas... Todo. Andy se puso nerviosa de tan solo contemplar aquella trampa enorme de la caja de cartón.
Entraron en la casa y dejaron todo en el suelo para después mirarse los unos a los otros sin saber por dónde empezar.
Jonathan alzó la mirada y se fijó en que las luces no tenían las bombillas puestas.
—Primero debemos poner todas las bombillas en las luces. El monstruo da una especie de señal antes de su llegada mediante ellas.
Los demás no decidieron cuestionar esa afirmación y comenzaron con esa tarea. Al ser cuatro, fueron más rápidos en ponerlas de lo que habían pensado, pero para cuando terminaron esa tarea, Andy sentía que ya sudaba. No supo si del esfuerzo o de los nervios.
Lo siguiente fue poner la trampa en el pasillo de las habitaciones, pegada al suelo mediante unos clavos; y después se dedicaron a preparar las armas, es decir: Poner todas las balas posibles dentro de las pistolas, llenar el extremo del bate de béisbol de clavos para que al ser el monstruo golpeado con él también se clavaran en su piel, y Andy se dedicó a crear una lanza con un enorme palo que había encontrado antes de entrar, al cual le pegó un cuchillo con cinta aislante.
—¿Otra lanza?—Le preguntó Eddie, atónito.
—Puede ser útil.
Nancy echó gasolina por el suelo del pasillo hasta la trampa. Por último, colocaron una silla en la habitación de Will y, apoyado en el respaldo, un yoyó que estaba conectado con la trampa. En cuanto la trampa se cerrase, el yoyó caería al suelo.
Una vez todo estuvo listo, se miraron entre los cuatro y suspiraron cansados, para después chocar los cinco entre ellos sin tener ganas siquiera de sonreír. Habían hecho un buen trabajo.
Pero ahora era hora de ponerse manos a la obra.
Jonathan caminó directo hacia el cajón de los cubiertos y sacó de él tres cuchillos afilados. Llegó hasta ellos y le tendió uno a Nancy y otro a Eddie. Miró a Andy con disculpa.
—Sólo he visto tres lo suficientemente afilados.
—Utilizaré el de otro.
Los cuatro se reunieron en un pequeño círculo y Jonathan miró a todos con mucha seriedad y determinación.
