El verano estaba a punto de llegar a los campos que rodeaban el castillo. El cielo y el lago se volvieron del mismo azul claro y en los invernaderos brotaron flores como repollos. Pero sin poder ver a Hagrid desde las ventanas del castillo, cruzando el campo a grandes zancadas con Fang detrás, aquel paisaje no me gustaba; y lo mismo podía decirse del interior del castillo, donde las cosas iban de mal en peor.
Habíamos intentado visitar a Hermione, pero incluso las visitas a la enfermería estaban prohibidas.
—No podemos correr más riesgos —les dijo severamente la señora Pomfrey a través de la puerta entreabierta—. No, lo siento, hay demasiado peligro de que pueda volver el agresor para acabar con esta gente.
Ahora que Dumbledore no estaba, el miedo se había extendido más aún, y el sol que calentaba los muros del castillo parecía detenerse en las ventanas con parteluz. Apenas se veía en el colegio un rostro que no expresara tensión y preocupación, y si sonaba alguna risa en los corredores, parecía estridente y antinatural, y enseguida era reprimida.
Draco Malfoy se pavoneaba por el colegio como si acabaran de darle el Premio Anual.
Estando sentada detrás de él en clase de Pociones, le oí regodearse de la situación ante Crabbe y Goyle:
—Siempre pensé que mi padre sería el que echara a Dumbledore —dijo, sin preocuparse de hablar en voz baja—. Ya os dije que él opina que Dumbledore ha sido el peor director que ha tenido nunca el colegio. Quizá ahora tengamos un director decente, alguien que no quiera que se cierre la Cámara de los Secretos. McGonagall no durará mucho, sólo está de forma provisional...
Snape pasó al lado de Harry sin hacer ningún comentario sobre el asiento y el caldero solitarios de Hermione.
—Señor —dijo Malfoy en voz alta—, señor, ¿por qué no solicita usted el puesto de director?
—Venga, venga, Malfoy —dijo Snape, aunque no pudo evitar sonreír con sus finos labios—. El profesor Dumbledore sólo ha sido suspendido de sus funciones por el consejo escolar. Me atrevería a decir que volverá a estar con nosotros muy pronto.
—Ya —dijo Malfoy, con una sonrisa de complicidad—. Espero que mi padre le vote a usted, señor, si solicita el puesto. Le diré que usted es el mejor profesor del colegio, señor.
Snape paseaba sonriente por la mazmorra, afortunadamente sin ver a Seamus Finnigan, que hacía como que vomitaba sobre el caldero.
—Me sorprende que los sangre sucia no hayan hecho ya todos el equipaje —prosiguió Malfoy—. Apuesto cinco galeones a que el próximo muere.
La campana sonó en aquel momento, y fue una suerte, porque al oír las últimas palabras, Ron había saltado del asiento para abalanzarse sobre Malfoy, aunque con el barullo de recoger libros y bolsas, su intento pasó inadvertido.
—Dejadme —protestó Ron cuando lo sujetaron entre Harry y Dean—. No me preocupa, no necesito mi varita mágica, lo voy a matar con las manos...
-Ya lo pagará Ron, tranquilo. Ahora debemos estar más concentrados que nunca en encontrar al culpable para salvar a Dumbledore y Hagrid- susurré a modo de que solo el me escuchara.
—Daos prisa, he de llevaros a Herbología — gritó Snape.
Salimos en doble hilera, con Harry, Ron y Dean en la cola.
Malfoy seguía en el pasillo fuera de clase, esperando a que un profesor les recogiera. Debido a la presencia de Snape solo pude maldecirle con la mirada. Este notó que tenía la vista fija sobre el, por lo que guiñó un ojo mientras sonreía arrogantemente.
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Los hermanos Potter
FanfictionDos enemigos pero un solo corazón... Laura y Draco deberán afrontar grandes obstáculos para demostrarse el uno al otro que el amor lo puede todo.