buckbeak

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Cuando terminó la clase de Transformaciones, nos unimos a la multitud que se dirigía bulliciosamente al Gran Comedor; para el almuerzo.

—Animo, Ron —dijo Hermione, empujando hacia él una bandeja de estofado—. Ya has oído a la profesora McGonagall.

Ron se sirvió estofado con una cuchara y cogió su tenedor; pero no empezó a comer.

—Harry, Laura —dijo en voz baja y grave—no habéis visto en ningún sitio un perro negro y grande, ¿verdad?

—Sí, lo hemos visto —dijo Harry—. Lo vimos la noche que abandonamos la casa de los Dursley.

Ron dejó caer el tenedor; que hizo mucho ruido.

—Probablemente, un perro callejero —dije tratando de tranquilizar a Ron, pero no surtió efecto.

Ron me miró como si me hubiera vuelto loca.

—Laura, si habéis visto un Grim, eso es... eso es terrible — aseguró—. Mi tío Bilius vio uno y.. ¡murió veinticuatro horas más tarde!

—Casualidad —arguyó Hermione sin darle importancia, sirviéndose zumo de calabaza.

—¡No sabes lo que dices! —dijo Ron empezando a enfadarse—. Los Grims ponen los pelos de punta a la mayoría de los brujos.

—Ahí tienes la prueba —dijo Hermione en tono de superioridad—. Ven al Grim y se mueren de miedo. El Grim no es un augurio, ¡es la causa de la muerte! Laura y Harry todavía están con nosotros porque no son lo bastante tontos para ver uno y pensar: «¡Me marcho al otro barrio!»

Hermione abrió la mochila, sacó su libro de Aritmancia y lo apoyó abierto en la jarra de zumo.

—Creo que la adivinación es algo muy impreciso —dijo buscando una página—; si quieres saber mi opinión, creo que hay que hacer muchas conjeturas.

—No había nada de impreciso en el Grim que se dibujó en la taza —dijo Ron acalorado.

—No estabas tan seguro de eso cuando le decías a Harry que veías una bañera en su taza —repuso Hermione con serenidad.

—¡La profesora Trelawney dijo que no tenías un aura adecuada para la adivinación! Lo que pasa es que no te gusta no ser la primera de la clase.

Acababa de poner el dedo en la llaga. Hermione golpeó la mesa con el libro con tanta fuerza que salpicó carne y zanahoria por todos lados.

—Si ser buena en Adivinación significa que tengo que hacer como que veo augurios de muerte en los posos del té, no estoy segura de que vaya a seguir estudiando mucho tiempo esa asignatura. Esa clase fue una porquería comparada con la de Aritmancia.

Cogió la mochila y se fue sin despedirse.

Ron la siguió con la vista, frunciendo el entrecejo.

—Pero ¿de qué habla? ¡Todavía no ha asistido a ninguna clase de Aritmancia!

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Esa tarde sería nuestra primera clase de Cuidado de Criaturas Mágicas con Hagrid como profesor. De todas las clases, esta era una de mis preferidas, porque la mayor parte del tiempo trabajábamos fuera del castillo.

Ron y Hermione no se dirigían la palabra. Harry y yo caminábamos en medio de los dos hablando de vez en cuando, para relajar la tensión.

No me había dado cuenta de quien compartiría clase con nosotros hasta que llegamos a la cabaña de Hagrid. Los Slytherin estaban rodeando el pequeño huerto del gigante, y entre todas las cabezas, pude reconocer la de Crabbe, Goyle, Pansy y Malfoy. La chica estaba agarrada al brazo del rubio como si su vida dependiera de ello. Sentí como mi cuerpo se retorcía al ver aquella imagen. Malfoy decía algo animadamente a Crabbe y Goyle, que se reían a carcajadas. Harry bufó a mi lado.

Los hermanos PotterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora