Ojo loco

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En el Gran Comedor resonaron los aplausos cuando terminó de cantar el Sombrero Seleccionador.

—No es la misma canción de cuando nos seleccionó a nosotros —comentó Harry, aplaudiendo con los demás.

—Canta una canción diferente cada año —dije

— Tiene que ser bastante aburrido ser un sombrero, ¿verdad? Supongo que se pasa el año preparando la próxima canción.- mencionó Ron.

La profesora McGonagall desplegaba en aquel momento un rollo grande de pergamino.

—Cuando pronuncie vuestro nombre, os pondréis el sombrero y os sentaréis en el taburete —dijo dirigiéndose a los de primero—. Cuando el sombrero anuncie la casa a la que pertenecéis, iréis a sentaros en la mesa correspondiente. ¡Ackerley, Stewart!

Un chico se adelantó, temblando claramente de la cabeza a los pies, cogió el Sombrero Seleccionador, se lo puso y se sentó en el taburete.

—¡Ravenclaw! —gritó el sombrero.

Stewart Ackerley se quitó el sombrero y se fue a toda prisa a sentarse a la mesa de Ravenclaw, donde todos lo estaban aplaudiendo.

—¡Baddock, Malcolm!

—¡Slytherin!

La mesa del otro extremo del Gran Comedor estalló en vítores. Vi como aplaudía Malfoy cuando Malcolm se reunió con ellos y por un momento sentí unas ganas increíbles de sentarme a su lado.. Fred y George silbaron a Malcolm Baddock mientras tomaba asiento.

—¡Branstone, Eleanor!

—¡Hufflepuff!- Vislumbré a Cedric, aplaudiendo animadamente. Por unos cortos segundos, nuestras miradas se conectaron, y sonreí a modo de saludo.

—¡Cauldwell, Owen!

—¡Hufflepuff!

—¡Creevey, Dennis!

El pequeño Dennis Creevey avanzó tambaleándose y se tropezó en el abrigo de piel de topo de Hagrid al mismo tiempo que éste entraba furtivamente en el Gran Comedor a través de una puerta situada detrás de la mesa de los profesores. Unas dos veces más alto que un hombre normal y al menos tres veces más ancho, Hagrid, con su pelo y barba largos, enmarañados y renegridos, daba un poco de miedo.

Una impresión falsa, porque todos sabíamos que Hagrid tenía un carácter muy bondadoso.

Nos guiñó un ojo mientras se sentaba a un extremo de la mesa de los profesores, y observó cómo Dennis Creevey se ponía el Sombrero Seleccionador. El desgarrón que tenía el sombrero cerca del ala volvió a abrirse.

—¡Gryffindor! —gritó el sombrero.

Era el primer Griffindor que recibíamos en la noche. Todos los de la casa aplaudimos animadamente mientras Dennis Creevey sonriendo de oreja a oreja, se quitó el sombrero, lo volvió a poner en el taburete y se fue a toda prisa junto a su hermano.

—¡Colin, me caí! —dijo de modo estridente, arrojándose sobre un asiento vacío—. ¡Fue estupendo! ¡Y algo en el agua me agarró y me devolvió a la barca!

—¡Tranqui! —repuso Colin, igual de emocionado—. ¡Seguramente fue el calamar gigante, Dennis!

—¡Vaya! —exclamó Dennis, como si nadie, en sus mejores sueños, pudiera imaginar nada mejor que ser arrojado al agua en un lago de varias brazas de profundidad, por una sacudida en medio de una tormenta, y ser sacado por un monstruo marino gigante.

—¡Dennis!, ¡Dennis!, ¿has visto a esos chicos? ¡El del pelo negro y las gafas y la de flequillo a su lado!, ¿los ves? ¿A que no sabes quiénes son Dennis?

Los hermanos PotterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora