Pesadillas

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En la mañana del jueves, la señora Pomfrey me dio de alta en la enfermería. Mi brazo estaba recuperado, pero aún debía mantener reposo. Fui a mi habitación a por mis libros y luego me dirigí a la clase de pociones, la cual ya había empezado. Di dos golpes en la puerta antes de que se abriera.

-Oh, señorita Potter, adelante. Por lo que puedo ver se encuentra mucho mejor- habló Snape con cierto tono agradable en su voz.

-Si profesor, aunque la señora Pomfrey me dijo que no moviera mucho el brazo, debo mantenerlo en reposo.

—Siéntate —le dijo el profesor Snape amablemente señalando el sitio vacío entre Malfoy y Harry.- Que el señor Potter te ayude a colocar el caldero y preparar los ingredientes.

Harry, contento de verme, fue a por un caldero mientras yo dejaba la mochila en mi sitio y seleccionaba los ingredientes de la pócima que prepararíamos ese día: una solución para encoger.

Estaba mezclando los ingredientes dentro del caldero mientras Harry cortaba raíces de margarita para los dos, cuando el rubio a mi lado habló.

—Profesor —dijo Malfoy—, necesitaré ayuda para cortar las raíces de margarita, porque con el brazo así no puedo.- Desde que entré a clase, Malfoy llevaba la muñeca vendada y atada a su hombro con un pañuelo.

—Weasley, córtaselas tú —ordenó Snape sin levantar la vista. Ron se puso rojo como un tomate.

—No le pasa nada a tu brazo —le dije a Malfoy en un susurro y este esbozó una sonrisita.

—Ya has oído al profesor Snape, Weasley. Córtame las raíces.

Ron cogió el cuchillo, acercó las raíces de Malfoy y empezó a cortarlas mal, dejándolas todas de distintos tamaños. Tuve que aguantar la risa al ver la escena.

—Profesor —dijo Malfoy, arrastrando las silabas—, Weasley está estropeando mis raíces, señor.

Snape fue hacia la mesa, aproximó la nariz ganchuda a las raíces y dirigió a Ron una sonrisa desagradable, por debajo de su largo y grasiento pelo negro.

—Dele a Malfoy sus raíces y quédese usted con las de él, Weasley.

—Pero señor...

Ron había pasado el último cuarto de hora cortando raíces en trozos exactamente iguales.

—Ahora mismo —ordenó Snape, con su voz más peligrosa.

Ron cedió a Malfoy sus propias raíces y volvió a empuñar el cuchillo.

—Profesor; necesitaré que me pelen este higo seco —dijo Malfoy, con voz impregnada de risa maliciosa.

—Potter, pela el higo seco de Malfoy —dijo Snape, echándole a Harry la mirada de odio que reservaba sólo para él.

Harry cogió el higo seco de Malfoy mientras Ron trataba de arreglar las raíces que ahora tenía que utilizar él. Harry peló el higo seco tan rápido como pudo, y se lo lanzó a Malfoy sin dirigirle una palabra. La sonrisa de Malfoy era más amplia que nunca.

—¿Habéis visto últimamente a vuestro amigo Hagrid? — preguntó Malfoy en voz baja.

—A ti no te importa —dijo Ron entrecortadamente, sin levantar la vista.

—Me temo que no durará mucho como profesor —comentó Malfoy, haciendo como que le daba pena—. A mi padre no le ha hecho mucha gracia el que quisiera atacarme...

—Si, sobre todo cuando tu no recibiste el ataque —le gruñó Ron.

—... Se ha quejado al Consejo Escolar y al ministro de Magia. Mi padre tiene mucha influencia, no sé si lo sabéis.

Los hermanos PotterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora