Torneo de los tres magos

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Al final resulté acabando en la torre de Astronomía. Necesitaba estar un tiempo a solas después de lo ocurrido en la clase de Moody. Me senté en el suelo, apoyando la espalda en una de las columnas de la torre mientras observaba las vistas que esta me brindaba.

Seguía pensando en la muerte de mis padres. Lo asustados que tienen que haberse sentido cuando se dieron cuenta que morirían en ese instante, y que no podrían protegernos. Sonreí tristemente, pensando en el sacrificio de nuestros padres. Gracias a ellos sobrevivimos, aunque hayan entregado sus vidas a cambio.

-¿También tienes que ocupar mi sitio, Potter?- una voz arrastrada hizo presencia detrás de mi.

*Malfoy POV*

Necesitaba alejarme de aquella multitud de personas. Desde lo ocurrido con el bastardo de Moody, no he dejado de tener horribles pesadillas, reviviendo una y otra vez aquel momento. Puede haber resultado divertido para la mayoría de idiotas, pero es algo terrible.

Subí las escaleras de la torre de Astronomía. Aquel lugar me ayudaba a pensar y relajar mi mente. El problema, es que cuando llegué a la cima, no se encontraba vacío como de costumbre. Una azabache que lograría distinguir a larga distancia, se encontraba sentada en el suelo de la torre, con su espalda apoyada a una columna y encogida como un ovillo.

Llevaba la túnica del colegio y el pelo suelto, casi rozando el suelo. El viento soplaba en su rostro, descolocando de vez en cuando su recto flequillo. Sus labios etaban entreabiertos y sus ojos cerrados. Sus pequeñas manos abrazaban sus piernas y su mentón estaba apoyado en sus rodillas. Producía una hermosa imagen, digna de ser plasmada en un cuadro.

Me preguntaba que hacía a estas horas aquí arriba, sin sus amigos. Terminé de subir las escaleras y me paré par de metros detrás de ella.

-¿También tienes que ocupar mi sitio, Potter?- dije tratando de hacerme notar. Volvió a abrir los ojos, pero no volteó la cabeza en mi dirección, ni tampoco me contestó de la misma forma en la que lo hace siempre.

Caminé hasta poder ver mejor su rostro. Este se veía apagado. No emanaba su luz habitual, por lo contrario, se veía triste.

-¿Que te pasa?- dije un poco más serio. Me agaché hasta estar a su altura. La chica tardó un poco en contestar, pero cuando lo hizo, su voz salió en un casi susurro;

-La clase de Moody no resultó ser tan entretenida como decían. Por lo menos para mi.- Aquel imbécil... tan solo escuchar su nombre, provocó un fuerte escalofrío por todo mi cuerpo.- Nos enseñó algunas de las maldiciones más usadas entre los magos- comencé a imaginarme lo que podía haber sucedido.- Cogió una araña para usarlas contra ella... el pobre Neville... -hizo una pausa. Su voz se notaba cortada- Al final usó la maldición definitiva: Avada Kedavra. La araña cayó inmóvil... mi mente no pudo evitarlo y...- dejó de hablar y escondió su cabeza entre sus piernas.

-¿Pensaste en tus padres?- pregunté delicadamente, tratando de no empeorar la situación. Laura asintió lentamente. Aquel cabrón comenzaba a molestarme verdaderamente.

Apoyé mi mano en el hombro de Laura, tratando de reconfortarla. No sabía realmente que decir al respecto. Sabía que no era una situación fácil, que por culpa de eso no vivió una feliz infancia ni tampoco pudo disfrutar de la acogedora compañía de una madre o de un padre. Pero a pesar de saber todo eso, no pude emitir palabra alguna, solamente podía mirarla fijamente.

De repente alzó la cabeza, secándose las dos solitarias lágrimas que corrían por sus mejillas. Se arregló un poco el pelo y suspiró fuertemente.

-Ya me encuentro bien- dijo sonriendo- No debo llorar por esto, al fin y al cabo los dos están muertos, y no puedo lamentar su muerte a estas alturas- me dijo, pero tuve la sensación de que se lo decía más a ella que a mi.

Los hermanos PotterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora