Como un globo( inicio tercer libro)

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Era casi medianoche y estaba tumbada en la cama con mi cabeza sobresaliendo de ella mientras que Harry estaba sentado en el suelo de la habitación. En una mano tenía una linterna y en la otra tenía el pesado libro de Historia de la Magia, de Adalbert Waffling. Recorría la página en busca de algo que sirviera para mi redacción sobre «La inutilidad de la quema de brujas en el siglo XIV». Bufé cansada.

-Esto puede servirnos- me incorporé sobre la cama- escucha:

En la Edad Media, los no magos (comúnmente denominados muggles) sentían hacia la magia un especial temor, pero no eran muy duchos en reconocerla. En las raras ocasiones en que capturaban a un auténtico brujo o bruja, la quema carecía en absoluto de efecto. La bruja o el brujo realizaba un sencillo encantamiento para enfriar las llamas y luego fingía que se retorcía de dolor mientras disfrutaba del suave cosquilleo. A Wendelin la Hechicera le gustaba tanto ser quemada que se dejó capturar no menos de cuarenta y siete veces con distintos aspectos.

Lentamente busqué el tintero que estaba debajo de la almohada y un rollo de pergamino. Destapé la tinta y comencé a escribir, mientras Harry seguía buscando algún otro tipo de información útil.

-¿Crees que nos vuelvan a llamar?- pregunté a Harry mientras seguía plasmando información sobre el pergamino.

-Si te soy sincero, no tengo ni la más mínima idea. Y si lo hicieran probablemente no nos enteraríamos porque Tío Vernon nos lo escondería- contestó Harry mientras cerraba su libro desganado.

*Flashback*

Cuando llevábamos una semana de vacaciones habíamos recibido una llamada telefónica de Ron.

Por desgracia, fue tío Vernon quien respondió:

—¿Diga?

Harry y yo estábamos en nuestra habitación en ese momento, y nos quedamos petrificados al oír que era Ron quien respondía.

—¿HOLA? ¿HOLA? ¿ME OYE? ¡QUISIERA HABLAR CON HARRY Y LAURA POTTER!

Harry y yo nos precipitamos escaleras abajo, casi saltandolas todas. Corrimos al salón para encontrarnos a Tio Vernon mirando el teléfono con furia.

—¿QUIÉN ES? —voceó en dirección al auricular—. ¿QUIÉN ES?

—¡RON WEASLEY! —gritó Ron a su vez. Ahora podíamos escucharle con más fuerza.—. SOY UN AMIGO DE HARRY Y LAURA, DEL COLEGIO.

Los minúsculos ojos de tío Vernon se volvieron hacia nosotros, que estábamos expectantes a que nos pasara el teléfono. Ilusos nosotros.

—¡AQUÍ NO VIVE NINGÚN HARRY O LAURA POTTER! —gritó tío Vernon, manteniendo el brazo estirado, como si temiera que el teléfono pudiera estallar—. ¡NO SÉ DE QUÉ COLEGIO ME HABLA! ¡NO VUELVA A LLAMAR AQUÍ! ¡NO SE ACERQUE A MI FAMILIA!

Colgó el teléfono como quien se desprende de una araña venenosa.

La bronca que siguió fue una de las peores que nos habían echado.

—¡CÓMO OS ATREVEIS A DARLE ESTE NÚMERO A GENTE COMO... COMO VOSOTROS! —gritó tío Vernon, salpicándonos de saliva.

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Ambos decidimos dejar así nuestras redacciones sobre la inutilidad de la quema de brujas. Llevaba horas trabajando en lo mismo, y comenzaba a sentirme agotada.

Me preparé para dormir y me acosté en la cama compartida con Harry, cerrando los ojos y dejándome transportar al mundo de los sueños.

Me desperté repentinamente. Podía decir que aún era de noche porque la luna seguía brillando en el cielo fuera de la ventana. Miré el reloj y este marcaba la una de la mañana. Oficialmente era nuestro cumpleaños. Salté sobre Harry, emocionada mientras le agitaba.

Los hermanos PotterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora