Colagusano se acercó primero a Harry, que intentó sacudirse su aturdimiento y apoyar en los pies el peso del cuerpo antes de que le desataran las cuerdas.
Colagusano levantó su nueva mano plateada, le sacó la bola de tela de la boca, y luego, de un solo golpe, cortó todas las ataduras que sujetaban a Harry a la lápida.
Hizo lo mismo conmigo.
Durante una fracción de segundo,pensé que podríamos huir, pero las condiciones de la pierna de Harry no nos lo permitía.
Colagusano se dirigió hacia el lugar en que yacía el cuerpo de Cedric, y regresó con nuestras varitas.
—¿Os han dado clases de duelo, Potter? —preguntó Voldemort con voz melosa. Sus rojos ojos brillaban a través de la oscuridad.
Aquellas palabras me hicieron recordar, como si se tratara de una vida anterior, el club de duelo al que había asistido brevemente en Hogwarts dos años antes... Todo cuanto había aprendido en él era el encantamiento de desarme, Expelliarmus. ¿Y qué utilidad podría tener quitarle la varita a Voldemort, si es que conseguía hacerlo, cuando estaba rodeado de mortífagos y serían por lo menos treinta contra uno? Nunca había aprendido nada que fuera adecuado para aquel momento. Sabía que nos ibamos a enfrentar a aquello contra lo que siempre nos había prevenido Moody: la maldición Avada Kedavra, que no se podía interceptar. Y Voldemort tenía razón: aquella vez nuestra madre no se encontraba allí para morir por nosotros. Estabamos completamente desprotegidos...
—Saludémonos con una inclinación —dijo Voldemort, agachándose un poco, pero sin dejar de presentar a Harry su cara de serpiente—. Vamos, hay que comportarse como caballeros... y damas- dijo mirándome por unos segundos. A Dumbledore le gustaría que hicierais gala de vuestros buenos modales. Inclínaros ante la muerte, hermanos Potter.
Los mortífagos volvieron a reírse. La boca sin labios de Voldemort se contorsionó en una sonrisa. Ni Harry ni yo nos inclinamos. No iba a permitir que Voldemort se burlara de nosotros antes de matarnos... no iba a darle esa satisfacción...
—He dicho que os inclineis —repitió Voldemort, alzando la varita.
Sentí como mi columna vertebral se curvaba como empujada firmemente por una mano enorme e invisible, y los mortífagos rieron más que antes.
—Muy bien —dijo Voldemort con voz suave, y, cuando levantó la varita, la presión que me empujaba hacia abajo desapareció—. Ahora dar la cara. Tiesos y orgullosos, como murieron vuestros padres...
»Señores, empieza el duelo.
Voldemort levantó la varita una vez más, y, antes de que pudiéramos hacer nada para defendernos, ambos recibimos el impacto de la maldición cruciatus. El dolor fue tan intenso, tan devastador, que olvidé dónde estaba: era como si cuchillos candentes me horadaran cada centímetro de la piel, y la cabeza me fuera a estallar de dolor. Grité más fuerte de lo que había gritado en mi vida.
Y luego todo cesó. Vi a Harry tratando de levantarse con dificultad, por lo que hice lo mismo.
Voldemort levantó la varita.
-Harry- mi hermano miró fugazmente hacia mi- te amo hermanito- dije entre lágrimas esbozando una sonrisa.
Pero Harry no me dijo nada. Sabía que no se rendiría tan fácil, por lo que yo tampoco lo haría.
Con los reflejos adquiridos en los entrenamientos de quidditch, me eché al suelo a un lado justo a tiempo para esquivar el hechizo de Voldemort. Miré a la lápida del otro lado, y pude ver como Harry había hecho lo mismo.
—No vamos a jugar al escondite, chicos —dijo la voz suave y fría de Voldemort, acercándose más entre las risas de los mortífagos—. No podeis esconderos de mí. ¿Es que estáis cansados del duelo? ¿Preferiríaos que terminara ya? Salir... salir y dar la cara. Será rápido... puede que ni si quiera sea doloroso, no lo sé... ¡Como nunca me he muerto...!
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Los hermanos Potter
FanfictionDos enemigos pero un solo corazón... Laura y Draco deberán afrontar grandes obstáculos para demostrarse el uno al otro que el amor lo puede todo.