Ayudando a un prisionero.

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Nos movimos por el borde del bosque, mientras caía la noche, hasta ocultarnos tras un grupo de árboles entre los cuales podíamos distinguir perfectamente el sauce.

—¡Ahí está Ron! —dijo Harry de repente.

Una figura oscura corría por el césped y el aire silencioso de la noche les transmitió el eco de su grito.

—Aléjate de él..., aléjate... Scabbers, ven aquí...

Y entonces vi a otras tres figuras que saían de la nada. Me vi a mi misma, junto a Harry y Hermione, siguiendo a Ron. Luego vi a Ron lanzándose en picado.

—¡Te he atrapado! Iros gatos asquerosos.

—¡Ahí está Sirius! —dijo Harry. El perrazo había surgido de las raíces del sauce. Lo vimos derribar a Harry y sujetar a Ron—. Desde aquí parece incluso más horrible, ¿verdad? —añadió mientras el perro arrastraba a Ron hasta meterlo entre las raíces—. ¡Eh, mira! El árbol acaba de pegarme. Y también a vosotras. ¡Qué situación más rara!

El sauce boxeador crujía y largaba puñetazos con sus ramas más bajas. Podía vernos corriendo de un lado para otro en un intento de alcanzar el tronco. Y de repente el árbol se quedó quieto.

—Crookshanks ya ha apretado el nudo —explicó Hermione.

—Allá vamos... —murmuré—. Ya hemos entrado.

En cuanto desaparecimos, el árbol volvió a agitarse. Unos segundos después, oimos pasos cercanos. Dumbledore, Macnair, Fudge y el anciano de la Comisión se dirigían al castillo.

—¡En cuanto bajamos por el pasadizo! —dijo Hermione—. ¡Ojalá Dumbledore hubiera venido con nosotros...!

—Macnair y Fudge habrían venido también —dijo Harry con tristeza—. Te apuesto lo que quieras a que Fudge habría ordenado a Macnair que matara a Sirius allí mismo.

Vimos a los cuatro hombres subir por la escalera de entrada del castillo y perderse de vista. Durante unos minutos el lugar quedó vacío. Luego...

—¡Aquí viene Lupin! —dije al ver a otra persona que bajaba la escalera y se dirigía corriendo hacia el sauce. Miré al cielo. Las nubes ocultaban la luna.

Vi que Lupin cogía del suelo una rama rota y apretaba con ella el nudo del tronco. El árbol dejó de dar golpes y también Lupin desapareció por el hueco que había entre las raíces.

—¡Ojalá hubiera cogido la capa! —dijo Harry—. Está ahí... Si saliera ahora corriendo y me la llevara, no la podría coger Snape.

—¡Harry, no nos deben ver!

—¿Cómo puedes soportarlo? —le preguntó a Hermione con irritación—. ¿Estar aquí y ver lo que sucede sin hacer nada? —Dudó—. ¡Voy a coger la capa!

—¡Harry, no!- dije.

Logré sujetarle a tiempo por la parte trasera de la túnica. En ese momento oímos cantar a alguien. Era Hagrid, que se dirigía hacia el castillo, cantando a voz en grito y oscilando ligeramente al caminar. Llevaba una botella grande en la mano.

—¿Lo ves? —susurró Hermione—. ¿Ves lo que habría ocurrido? ¡Tenemos que estar donde nadie nos pueda ver! ¡No, Buckbeak!

El hipogrifo hacia intentos desesperados por ir hacia Hagrid. Harry aferró también la cuerda para sujetar a Buckbeak. Observé a Hagrid, que iba haciendo eses hacia el castillo. Desapareció. Buckbeak cejó en sus intentos de escapar. Abatió la cabeza con tristeza.

Apenas dos minutos después las puertas del castillo volvieron a abrirse y Snape apareció corriendo hacia el sauce.

Snape se detuvo cerca del árbol, mirando a su alrededor. Cogió la capa y la sostuvo en alto.

Los hermanos PotterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora