Hermione pasó varias semanas en la enfermería. Corrieron rumores sobre su desaparición cuando el resto del colegio regresó a Hogwarts al final de las vacaciones de Navidad, porque naturalmente todos creyeron que la habían atacado. Eran tantos los alumnos que se daban una vuelta por la enfermería tratando de echarle la vista encima, que la señora Pomfrey quitó las cortinas de su propia cama y las puso en la de Hermione para ahorrarle la vergüenza de que la vieran con la cara peluda.
Los tres ibamos a visitarla todas las noches. Cuando comenzó el nuevo trimestre, le llevábamos cada día los deberes.
—Si a mí me hubieran salido bigotes de gato, aprovecharía para descansar —le dijo Ron una noche, dejando un montón de libros en la mesita que tenía Hermione junto a la cama.
—No seas tonto, Ron, tengo que mantenerme al día —replicó Hermione rotundamente. Estaba de mucho mejor humor porque ya le había desaparecido el pelo de la cara, y los ojos, poco a poco, recuperaban su habitual color marrón—. ¿Tenéis alguna pista nueva? —añadió en un susurro, para que la señora Pomfrey no pudiera oírla.
—Nada —dije
—Estaba tan convencido de que era Malfoy... —dijo Ron por centésima vez.
—¿Qué es eso? —preguntó Harry, señalando algo dorado que sobresalía debajo de la almohada de Hermione.
—Nada, una tarjeta para desearme que me ponga bien —dijo Hermione a toda prisa, intentando esconderla, pero Ron fue más rápido que ella. La sacó, la abrió y leyó en voz alta:
A la señorita Granger deseándole que se recupere muy pronto, de su
preocupado profesor Gilderoy Lockhart, Caballero de tercera clase de la
Orden de Merlín, Miembro Honorario de la Liga para la Defensa Contra las
Fuerzas Oscuras y cinco veces ganador del Premio a la Sonrisa más
Encantadora, otorgado por la revista «Corazón de Bruja».
Ron miró a Hermione con disgusto.
—¿Duermes con esto debajo de la almohada?- pregunté
Pero Hermione no necesitó responder, porque la señora Pomfrey llegó con la medicina de la noche.
—¿A que Lockhart es el tío más pelota que habeis conocido en vuestra vida? —dijo Ron al abandonar la enfermería y empezar a subir hacia la torre de Gryffindor. Precisamente Ron estaba diciendo que tenía que haber preguntado a Hermione cuántas colas de rata había que echar a una poción crecepelo, cuando llegó hasta sus oídos un arranque de cólera que provenía del piso superior.
—Es Filch —susurró Harry, y subimos deprisa las escaleras. Nos detuvimos a escuchar donde no podía vernos.
—Espero que no hayan atacado a nadie más —dijo Ron, alarmado.
Nos quedamos inmóviles, con la cabeza inclinada hacia la voz de Filch, que parecía completamente histérico.
—... aun más trabajo para mí. ¡Fregar toda la noche, como si no tuviera otra cosa que hacer! No, ésta es la gota que colma el vaso, me voy a ver a Dumbledore.
Sus pasos se fueron distanciando, y oímos un portazo a lo lejos. Asomé la cabeza por la esquina. Evidentemente, Filch había estado cubriendo su habitual puesto de vigía; estabamos de nuevo en el punto en que habían atacado a la Señora Norris. Busqué lo que había motivado los gritos de Filch.
Un charco grande de agua cubría la mitad del corredor, y parecía que continuaba saliendo agua de debajo de la puerta de los aseos de Myrtle la Llorona. Ahora que los gritos de Filch habían cesado, podía oír los gemidos de Myrtle resonando a través de las paredes de los aseos.
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Los hermanos Potter
FanfictionDos enemigos pero un solo corazón... Laura y Draco deberán afrontar grandes obstáculos para demostrarse el uno al otro que el amor lo puede todo.