Cedric Diggory

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*Malfoy POV*

-¿Te encuentras bien Hermione?- Preguntó Laura cuando todos salimos de clase. Mi grupo estaba a escasos metros de ella, y, aunque estábamos hablando de nuestras cosas, presté más atención a la conversación de la chica Potter.

-Potter- escuché una voz que la llamaba por el pasillo a mi derecha. Giré un poco la cabeza y pude ver al capitán de Gryffindor correr hacia ella.

-Oliver, ¿Cuántas veces más me vas a asaltar por los pasillos?- se quejó la azabache.

-Recuerda lo practicado durante los entrenos. Sigue la snitch cueste lo que cueste.- dijo de forma molesta.

-Si señor- imitó un saludo militar Muggle- Aunque muera en el intento, capturaré la maldita snitch.- dijo de forma irónica, aunque su capitán lo tomó totalmente en serio.

-Así se hace. No podemos permitir que Cedric y su equipo gane este partido.- dijo y corrió por el pasillo hasta desaparecer. Al final Gryffindor jugaría contra Huppleppuff, ya que yo seguía "lesionado" del brazo. Al parecer estos tenían un nuevo capitán de equipo.

-¿No se estará obsesionando demasiado?- Preguntó cabeza rajada.

-Es normal, es su último año jugando Quidditch aquí. Sabemos todos la ilusión que le hace.- explicó Potter

-El Cedric al que se refería, ¿es el chico guapo de Huppleppuff?- preguntó la hija de muggles.

-El mismo- Afirmó Potter y por su tono de voz pude notar como sonreía.

-Oh no Hermione, no me digas que a ti también te gusta- dijo su hermano con voz resignada.

-La mitad de las chicas del colegio están locas por el- aseguró la chica.

-Si, y entre ellas mi hermana- Mis ojos se abrieron como platos. Una sensación de incomodidad se asentó al inicio de mi pecho.

-¡Te gusta Cedric Diggory!- Susurró su amiga mientras ella la mandaba a callar. Tenía ganas de darme la vuelta para ver sus caras, pero no podía hacerlo, o se enterarían de que estaba espiando su conversación.

-No me gusta, le veo guapo y más nada- afirmó segura.

-Si, pues bien que se te cae la baba cuando pasa por el campo de entrenamiento. - Me estaban entrando unas ganas tremendas de partirle la cara a Potter y a ese tal Diggory.

-Harry, una palabra más y no podrás jugar el sábado por lesiones graves.- Le amenazó. Cabeza rajada no dijo más nada.

Noté una cuarta voz uniéndose a la conversación.

—¿Sabéis lo que me ha mandado? Tengo que lavar los orinales de la enfermería. ¡Sin magia! — dijo el traidor de sangre con voz enfadada —. ¿Por qué no podía haberse ocultado Black en el despacho de Snape, eh? ¡Podía haber acabado con él.

Sus pasos se fueron alejando, y , en vez de estar contento por el castigo impuesto al zanahorio, me sentía molesto. ¿Que tenía ese tal Cedric de especial?

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Al día siguiente, me desperéó muy temprano. Tan temprano que todavía estaba oscuro. Llevaba varios días sin poder descansar correctamente

Tanteé en busca de mi despertador y lo miré: eran las cuatro y media. Me dio la vuelta y procuré volver a dormirme. Pero una vez despierta fue difícil olvidar el ruido de los truenos que retumbaban por encima de mi cabeza, los embates del viento contra los muros del castillo y el lejano crujir de los árboles en el bosque prohibido. Todo aquello hacía que cada vello de mi cuerpo se erizase.

Los hermanos PotterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora