Manzanas verdes.

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Los resultados de los exámenes salieron el último día del curso. Los cuatros habíamos aprobado todas las asignaturas. Harry estaba asombrado de que le hubieran aprobado Pociones. Sospechaba que Dumbledore había intervenido para impedir que Snape lo suspendiera injustamente. El comportamiento de Snape con Harry durante toda la última semana había sido alarmante. Harry nunca habría creído que la manía que le tenía Snape pudiera aumentar; pero así fue. A Snape se le movía un músculo en la comisura de la boca cada vez que veía a Harry, y se le crispaban los dedos como si deseara cerrarlos alrededor del cuello de Harry.

Percy obtuvo las más altas calificaciones en ÉXTASIS. Fred y George consiguieron varios TIMOS cada uno. Mientras tanto, la casa de Gryffindor; en gran medida gracias a la espectacular actuación en la copa de quidditch, habíamos ganado la Copa de las Casas por tercer año consecutivo. Por eso la fiesta de  final de curso tuvo lugar en medio de ornamentos rojos y dorados, y la mesa de Gryffindor fue la más ruidosa de todas, ya que todo el mundo lo estaba celebrando.

Cuando a la mañana siguiente el expreso de Hogwarts salió de la estación, Hermione nos dio una sorprendente noticia:

—Esta mañana, antes del desayuno, he ido a ver a la profesora McGonagall. He decidido dejar los Estudios Muggles.

—¡Pero aprobaste el examen con el 320 por ciento de eficacia!

—Lo sé —suspiró Hermione—. Pero no puedo soportar otro año como éste. El giratiempo me estaba volviendo loca. Lo he devuelto. Sin los Estudios Muggles y sin Adivinación, volveré a tener un horario normal.

—Todavía no puedo creer que no nos dijeras nada —dijo Ron resentido—. Se supone que somos tus amigos.

—Prometí que no se lo contaría a nadie —dijo gravemente. Se volvió para observar a Harry, que veía cómo desaparecía Hogwarts detrás de una montaña. Pasarían dos meses enteros antes de volverlo a ver—. Alégrate, Harry —dijo Hermione con tristeza.

—Estoy bien —repuso Harry de inmediato—. Pensaba en las vacaciones.

-Serán horribles. Tan solo de pensar en lo que nos hará el tio cuando nos vea- suspiré derrotada apoyándome en la ventana.

—Sí, yo también he estado pensando en ellas —dijo Ron—. Harry, Laura, tenéis que venir a pasar unos días con nosotros. Lo comentaré con mis padres y os llamaré. Ya sé cómo utilizar el felétono.

—El teléfono, Ron —le corrigió Hermione—. La verdad, deberías coger Estudios Muggles el próximo curso...

Ron no le hizo caso.

—¡Este verano son los Mundiales de quidditch! ¿Qué decis a eso? Venid y quedaros con nosotros. Iremos a verlos. Mi padre normalmente consigue entradas en el trabajo.

La proposición alegró mucho a Harry.

—Sí... Apuesto a que los Dursley estarán encantados de dejarnos ir...

Nore, quien hasta el momento había estado sobre mis piernas, levantó la cabeza, en dirección a la puerta.

-¿Que pasa Nore?- El gato bajó de un salto al suelo y comenzó a rasgar la puerta, queriendo salir.

-¿Que le sucede?- dijo Ron mirándole extrañado.

-No lo se, tendrá hambre, o solamente querrá caminar un rato, aunque viniendo de el es muy raro.- Abrí la puerta y mi gato salió disparado en dirección al pasillo.

-¡Nore! Mierda. Chicos, ahora vengo, voy a ver a donde va.

Cerré la puerta y comencé a caminar por donde se había perdido mi gato. Pasando por los compartimentos del tren, de vez en cuando abría alguno, preguntando si habían visto a mi gato, pero todos me decían que no. Llegué al  último compartimento, casi al final del tren. Lo abrí con la esperanza de encontrar a mi gato ahí. Y efectivamente. Este estaba sentado junto a cierta persona.

Los hermanos PotterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora