Aquél fue el peor día de mi vida. Ron, Fred, George, Harry y yo nos sentamos juntos en un rincón de la sala común de Gryffindor, incapaces de pronunciar palabra. Percy no estaba con nosotros. Había enviado una lechuza a sus padres y luego se había encerrado en su dormitorio.
Ninguna tarde había sido tan larga como aquélla, y nunca la torre de Gryffindor había estado tan llena de gente y tan silenciosa a la vez. Cuando faltaba poco para la puesta de sol, Fred y George se fueron a la cama, incapaces de permanecer allí sentados más tiempo.
—Ella sabía algo, Harry —dije, hablando por primera vez desde que entramos en el ropero de la sala de profesores—. Por eso la han raptado. No se trataba de ninguna estupidez sobre Percy; había averiguado algo sobre la Cámara de los Secretos. Debe de ser por eso, porque ella era... —Las palabras se trababan a medio camino.— ¿creeis que existe alguna posibilidad de que ella no esté...? Ya sabes a lo que me refiero.
—. ¿Sabes qué?—añadió Ron—. Deberíamos ir a ver a Lockhart para decirle lo que sabemos. Va a intentar entrar en la cámara. Podemos decirle dónde sospechamos que está la entrada y explicarle que lo que hay dentro es un basilisco.
Harry y yo nos mostramos de acuerdo se mostró de acuerdo. Los demás alumnos de Gryffindor estaban tan tristes, y sentían tanta pena de los Weasley, que nadie trató de detenernos cuando cruzamos la sala y salimos por el agujero del retrato.
Oscurecía mientras nos acercabamos al despacho de Lockhart. Dentro había gran actividad: se podían oír sonido de roces, golpes y pasos apresurados.
Harry llamó. Dentro se hizo un repentino silencio. Luego la puerta se entreabrió y Lockhart asomó un ojo por la rendija.
—¡Ah...! Señor y señorita Potter, señor Weasley... —dijo, abriendo la puerta un poco más—. En este momento estaba muy ocupado. Si os dais prisa...
—Profesor, tenemos información para usted —dijo Harry—. Creemos que le será útil.
—Ah..., bueno..., no es muy.. —Lockhart parecía encontrarse muy incómodo, a juzgar por el trozo de cara que veían—. Quiero decir, bueno, bien.
Abrió la puerta y entramos.
El despacho estaba casi completamente vacío. En el suelo había dos grandes baúles abiertos. Uno contenía túnicas de color verde jade, lila y azul medianoche, dobladas con precipitación; el otro, libros mezclados desordenadamente.
Las fotografías que habían cubierto las paredes estaban ahora guardadas en cajas encima de la mesa.
—¿Se va a algún lado? —pregunté.
—Esto..., bueno, sí... —admitió Lockhart, arrancando un póster de sí mismo de tamaño natural y comenzando a enrollarlo—. Una llamada urgente..., insoslayable..., tengo que marchar...
—¿Y mi hermana? —preguntó Ron con voz entrecortada.
—Bueno, en cuanto a eso... es ciertamente lamentable —dijo Lockhart, evitando mirarlo a los ojos mientras sacaba un cajón y empezaba a vaciar el contenido en unabolsa—. Nadie lo lamenta más. que yo...
—¡Usted es el profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras! —dijo Harry—. ¡No puede irse ahora! ¡Con todas las cosas oscuras que están pasando!
—Bueno, he de decir que... cuando acepté el empleo... —murmuró Lockhart, amontonando calcetines sobre las túnicas— no constaba nada en el contrato... Yo no esperaba...
—¿Quiere decir que va a salir corriendo? —dije sin poder creérmelo—. ¿Después de todo lo que cuenta en sus libros va a comportarse como un cobarde huyendo?
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Los hermanos Potter
FanfictionDos enemigos pero un solo corazón... Laura y Draco deberán afrontar grandes obstáculos para demostrarse el uno al otro que el amor lo puede todo.