Hablando parsel

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A la señora Pomfrey aquello no le hizo gracia.

—¡Tendríais que haber venido enseguida aquí! —dijo hecha una furia y levantándo lo que quedaba de mi brazo —. Puedo recomponer los huesos en un segundo..., pero hacerlos crecer de nuevo...

—Pero podrá, ¿no? —dijo Harry, desesperado.

—Desde luego que podré, pero será doloroso —dijo en tono grave la señora Pomfrey, dandomen pijama—. Tendrás que pasar aquí la noche.

Harry y Ron esperaron al otro lado de la cortina que rodeaba la cama mientras Hermione me ayudaba a vestirme.

—¿Te atreves ahora a defender a Lockhart, Hermione? —le dijo Ron a través de la cortina mientras Hermione hacía pasar los dedos inanimados por el puño de la manga—.Si Laura hubiera querido que lo deshuesaran, lo habría pedido.

—Cualquiera puede cometer un error —dijo Hermione—. Y ya no duele, ¿verdad, Lau?

—No —respondí—, ni duele ni sirve para nada. —Al echarme en la cama, el brazo se balanceó sin gobierno.

Los chicos y la señora Pomfrey cruzaron la cortina. La señora Pomfrey llevaba una botella grande en cuya etiqueta ponía «Crecehuesos».

—Vas a pasar una mala noche —dijo ella, vertiendo un líquido humeante en un vaso y entregándomelo—. Hacer que los huesos vuelvan a crecer es bastante desagradable.

Al tomar el crecehuesos, este, me abrasaba la boca y la garganta, haciéndome toser descontroladamente. Sin dejar de criticar los deportes peligrosos y a los profesores ineptos, la señora Pomfrey se retiró, dejando que Ron y Harry me ayudaran a beber un poco de agua.

—¡Pero hemos ganado! —dijo Ron, sonriendo tímidamente—. Todo gracias a tu jugada.

—Me gustaría saber quien trucó la bludger —dije intrigada.

-Eso está más que claro. Obviamente fue Malfoy- aseguró Ron- lo que me pregunto es como fue que lo logró.

—Podemos añadir ésta a la lista de preguntas que le haremos después de tomar la poción multijugos —dijo Harry mientras yo me acomodaba en las almohadas—. Espero que sepa mejor que esta bazofia...

—¿Con cosas de gente de Slytherin dentro? Estás de broma —observó Ron.

En aquel momento, se abrió de golpe la puerta de la enfermería. Sucios y

empapados, entraron para verme los demás jugadores del equipo de Gryffindor.

—Un vuelo increíble, Laurita— dijo George sonriendo—. Acabo de ver a Marcus Flint gritando a Malfoy algo parecido a que tenía la snitch encima de la cabeza y no se daba cuenta. Malfoy no parecía muy contento.

Habían llevado pasteles, dulces y botellas de zumo de calabaza; se situaron alrededor de la cama, y ya estaban preparando lo que prometía ser una fiesta estupenda, cuando se acercó la señora Pomfrey gritando:

—¡Este chico necesita descansar, tiene que recomponer treinta y tres huesos! ¡Fuera! ¡FUERA! Los chicos salieron, dejándome sola con mi brazo deshuesado.

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Horas después, desperté sobresaltada en una total oscuridad, dando un breve grito de dolor: sentía como si tuviera el brazo lleno de grandes astillas. Por un instante pensé que era aquello lo que me había despertado. Pero luego me di cuenta, con horror, de que alguien, en la oscuridad, estaba poniendo una esponja en mi frente.

—¡Fuera! —grité asustada, pero el instante reconocí al intruso-¡Dobby!- exclamé.

Los ojos del tamaño de pelotas de tenis del elfo doméstico se fijaron en mi a través de la oscuridad. Una sola lágrima le bajaba por la nariz larga y afilada.

Los hermanos PotterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora