verdaderos amigos

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En la mañana de Halloween nos despertamos con el delicioso aroma de calabaza asada flotando por todos los pasillos.

Pero lo mejor fue que el profesor Flitwick anunció en su clase de Encantamientos que pensaba que ya estábamos listos para empezar a hacer volar objetos, algo que todos nos moríamos por hacer desde que vimos cómo hacía volar el sapo de Neville.

El profesor Flitwick puso a la clase por parejas para que practicaran. La pareja de Harry era Seamus Finnigan, a mi me emparejaron con Dean Thomas, mientras que Ron, tuvo que trabajar con Hermione Granger. Era difícil decir quién estaba más enfadado de los dos. La muchacha no les hablaba ni a el ni a Harry desde el día en que recibimos las escoba.

—Y ahora no os olvidéis de ese bonito movimiento de muñeca que hemos estado practicando —dijo con voz aguda el profesor; subido a sus libros, como de costumbre—. Agitar y golpear; recordad, agitar y golpear. Y pronunciar las palabras mágicas correctamente es muy importante también, no os olvidéis nunca del mago Baruffio, que dijo «ese» en lugar de «efe» y se encontró tirado en el suelo con un búfalo en el pecho.

Era muy difícil. Harry y Seamus agitaron y golpearon, pero la pluma que debía volar hasta el techo no se movía del pupitre. Seamus se puso tan impaciente que la pinchó con su varita y le prendió fuego, y Harry tuvo que apagarlo con su sombrero.

Dean y yo lo intentábamos, de vez en cuando veíamos como la pluma se levantaba unos centímetros pero luego volvía a caer.

Ron, en la mesa próxima, no estaba teniendo mucha más suerte. —¡Wingardium leviosa! —gritó, agitando sus largos brazos como un molino.

—Lo estás diciendo mal. —Oí que Hermione lo reñía—. Es Wingar-dium levi-o-sa, pronuncia gar más claro y más largo.

—Dilo, tú, entonces, si eres tan inteligente —dijo Ron con rabia.

Hermione se arremangó las mangas de su túnica, agitó la varita y dijo las palabras mágicas. La pluma se elevó del pupitre y llegó hasta más de un metro por encima de sus cabezas.

-LO CONSEGUÍ- gritó Dean a mi lado. Giré y vi como la pluma estaba flotando sobre su cabeza firmemente.

-Felicidades!- le dije alegremente.

—¡Oh, bien hecho chicos! —gritó el profesor Flitwick, aplaudiendo—

Al finalizar la clase, Ron estaba de muy mal humor.

—No es raro que nadie la aguante —dijo cuando nos abría os paso en el pasillo—. Es una pesadilla, te lo digo en serio.

Alguien chocó contra Harry. Era Hermione. Pude ver su cara y vi que estaba llorando.

—Creo que te ha oído.- dijo Harry

-Eres un tonto Weasley- le dije antes de ir corriendo tras Hermione.

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Entré al baño de las chicas en busca de mi amiga. Lavander me había dicho que cuando entró aquí escuchó a alguien sollozar dentro de uno de los cubículos.

-Hermione?- pregunté una vez dentro. Pude escucharla agitada dentro del baño.- Hermione se que estás aquí-

-Estoy bien Laura, solo que no quería ir hoy a la cena, no tengo hambre- mintió.

-No, no estás bien. Ron y Harry son unos tontos. Weasley dijo eso porque estaba enfadado, pero aún así no era justificación para que hablara así.- traté de animarla.- Abreme así podemos hablar.

Espere unos segundos fuera, y al ver que no abría, me dispuse a marcharme. Escuché el ruido de una puerta abrirse, y la vi ahí, con la cara toda mojada por las lágrimas y los ojos rojos e hinchados. No pude soportar verla así, no a mi amiga. Fui hasta ella y le abracé fuertemente.

Los hermanos PotterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora