verdad al descubierto

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El tío Vernon nos tenía a ambos cogidos de la oreja prácticamente arrastrándonos dentro de la casa n.4 de la pequeña calle de Privet Drive.

-Ahora vosotros dos mocosos me diréis quien de los dos lo hizo- nos amenazó tanto a mi como a mi hermano- quien de vosotros es el culpable de lo que le pasó a Dudley- su rostro estaba completamente rojo de la ira.

La tía Petunia entraba a la casa con su hijo envuelto en una gruesa manta, sentándolo frente a la chimenea. El chico tenía todo el rostro pálido, tiritaba del frio mientras sus grandes pupilas mantenían la vista fija en un solo punto, como lo hizo durante el resto del viaje a casa.

-Nosotros no hicimos nada tío Vernon, lo juro- Harry intentaba defendernos de la acusación. Vernon cambió su mirada de Harry a mi.

-Tu no tendrás nada que ver en esto, no?- me preguntó con voz amenazante

-No, no tengo nada que ver. Pero el se lo tiene bien merecido, nos empujó a Harry y a mi mientras mirábamos a la pitón- me crucé de brazos frente a mi tio, el cual tuve la impresión de que era un gran globo rojo y yo la aguja que le haría explotar en cualquier momento.

-Pequeños mocosos asquerosos, ahora aprenderéis a respetar de una vez- nos sujetó de la muñeca a ambos, encerrándonos en el pequeño armario de debajo de las escaleras. A través de la pequeña ventana podía ver como se alejaba hacia el salón, donde estaban su mujer y su hijo, cerrando la puerta de este una vez dentro.

-Te juro que no les soporto- dije molesta.

-Si, pero tenemos que admitir que fue divertido ver como Dudley caía dentro del recinto de la pitón- dijo esbozando una sonrisa.

-Si, divertido y raro. Sigo sin saber porque entendimos lo que nos decía la serpiente.- dije. Mi hermano me miraba pensativo, probablemente, buscando una respuesta lógica ante todo eso.

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Un día, desayunando, llegó la correspondencia, tal y como ocurría todas las mañanas.

-Laura, ve a recoger la correspondencia- me ordenó el tío Vernon mientras observaba el parte meteorológico. Al parecer había una tormenta acercándose a la ciudad. Bufé y me dirigí derrotada hacia la puerta mientras arrastraba los pies cansada.

En total habían llegado 4 cartas.

Las fui pasando una a una, solo por curiosidad. La primera parecía ser una carta enviada al tío, de parte de su hermana. No soportaba a esa mujer. La segunda era de unas facturas. Seguí pasando hasta encontrarme con algo que me sorprendió.

Señorita L. Potter

Alcacena debajo de la escalera

Privet Drive, 4

Surrey

El sobre era grueso y pesado, hecho de pergamino amarillento, y la dirección estaba escrita con tinta verde esmeralda. No tenía sello.

Con las manos temblorosas, le di la vuelta al sobre y vi un sello de lacre púrpura con un escudo de armas: un león, un águila, un tejón y una serpiente, que rodeaban una gran letra H. Observé la otra carta y vi que era igual a la mia, lo que esta iba dirigida a Harry.

—¡Date prisa, chica! —exclamó tío Vernon desde la cocina—. ¿Qué estás haciendo, comprobando si hay cartas-bomba? —Se rió de su propio chiste.

Volví a la cocina, todavía contemplando mi carta. Entregué a tío Vernon la postal y la factura, mientras me reunía con Harry, el cual me miró extrañado al entregarle su carta, a lo que yo me encogí de hombros.

Los hermanos PotterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora