Beso

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Otros años, en primavera, me entrenaba a fondo para el último partido de la temporada. Este año, sin embargo, era la tercera prueba del Torneo de los tres magos la que necesitaba preparar, pero seguía sin saber qué tenía que hacer. Mi pie había mejorado considerablemente, hasta el punto de que no tuve que esperar 3 semanas para curarlo. Finalmente, en la última semana de mayo, al final de una clase de Transformaciones, la profesora McGonagall nos llamó a Harry y a mi.

—Esta noche a las nueve en punto tenéis que ir al campo de quidditch —dijo—. El señor Bagman se encontrará allí para hablaros de la tercera prueba.

De forma que aquella noche, a las ocho y media, dejamos a Ron y Hermione en la torre de Gryffindor para acudir a la cita. Al cruzar el vestíbulo nos encontramos con Cedric, que salía de la sala común de Hufflepuff. Este me dedicó la misma sonrisa amable que siempre que nos encontrábamos me daba.

—¿Qué crees que será? —nos preguntó mientras bajabamos con él la escalinata de piedra y salíamos a la oscuridad de una noche encapotada—. Fleur no para de hablar de túneles subterráneos: cree que tendremos que encontrar un tesoro.

—Eso no estaría mal —dijo Harry.

Bajaramos por la oscura explanada hasta el estadio de quidditch, entramos a través de una abertura en las gradas y salimos al terreno de juego.

—¿Qué han hecho? —exclamó Cedric indignado, parándose de repente.

El campo de quidditch ya no era llano ni liso: parecía que alguien había levantado por todo él unos muros largos y bajos, que serpenteaban y se entrecruzaban en todos los sentidos.

—¡Son setos! —dije, inclinándome para examinar el que tenía más cerca.

—¡Eh, hola! —nos saludó una voz muy alegre.

Ludo Bagman estaba con Krum y Fleur en el centro del terreno de juego.

Los tres nos acercamos franqueando los setos. Fleur me sonrió: su actitud hacia mi había cambiado por completo desde que había rescatado a su hermana del lago.

—Bueno, ¿qué os parece? —dijo Bagman contento, cuando pasamos el último seto—. Están creciendo bien, ¿no? Dentro de un mes Hagrid habrá conseguido que alcancen los seis metros. No os preocupéis —añadió sonriente, viendo la expresión de tristeza de Harry y Cedric—, ¡en cuanto la prueba finalice vuestro campo de quidditch volverá a estar como siempre! Bien, supongo que ya habréis adivinado en qué consiste la prueba, ¿no?

Pasó un momento sin que nadie hablara. Luego dijo Krum:

—Un «laberrinto».

—¡Eso es! —corroboró Bagman—. Un laberinto. La tercera prueba es así de sencilla: la Copa de los tres magos estará en el centro del laberinto. El primero en llegar a ella recibirá la máxima puntuación.

—¿Simplemente tenemos que «guecogueg» el «labeguinto»? —preguntó Fleur.

—Sí, pero habrá obstáculos —dijo Bagman, dando saltitos de entusiasmo—. Hagrid está preparando unos cuantos bichejos... y tendréis que romper algunos embrujos... Ese tipo de cosas, ya os imagináis. Bueno, los campeones que van delante en puntuación saldrán los primeros. —Bagman dirigió a nosotros tres con una amplia sonrisa—. Luego entrará el señor Krum... y al final la señorita Delacour. Pero todos tendréis posibilidades de ganar: eso dependerá de lo bien que superéis los obstáculos. Parece divertido, ¿verdad?

Conocía de sobra el tipo de animales que Hagrid buscaría para una ocasión como aquélla, pensó que no resultaría precisamente divertido. Sin embargo, como los otros campeones, asentí por cortesía.

Los hermanos PotterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora