¿Dementores?(Inicio quinto libro)

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- ...Chillando como un cerdito, ¿no? - decía Malcom, riéndose a carcajadas con los otros. Dudley y sus horribles amigos se pasaban todo el día metiéndose con chicos menores que ellos, solamente por el simple gusto de que no pueden hacer nada para detenerlos.

- Buen gancho, Gran D - dijo Piers, otro amigo de Dudley.

- ¿Mañana a la misma hora? - dijo nuestro primo.

- Pasad por mi casa, mis padres estarán fuera - dijo Gordon.

- Nos vemos entonces - dijo Dudley.

- ¡Adiós Dud!

- ¡Nos vemos, Gran D!

Harry y yo, quienes estábamos sentados en un par de columpios esperando a que aquellos payasos se marcharan, nos levantamos enseguida, al ver que sus voces se habían desvanecido. Una vez más giramos la esquina hacia Magnolia Crescent y andando muy rápido pronto acortamos la distancia que nos separaba de Dudley, que estaba paseando con alivio, tarareando disonantemente.

- ¡Hey, Gran D!- dije en voz alta.

Dudley se volvió.

- ¡OH! – Gruñó - Sois vosotros.

- ¿Desde cuando eres Gran D? - dijo Harry.

- Cállate - gruñó Dudley, dándose la vuelta.

- Un nombre guay - dijo Harry, sonriendo de oreja a oreja y yendo al lado de su primo -. Pero tú siempre serás Ickle Diddykins para mí.

- ¡He dicho que TE CALLES! - dijo Dudley, cuyas manos como jamones se habían cerrado en sendos puños.

- ¿No saben los chicos cómo te llama tu mamá?- repitió mi hermano.

- Cállate la boca.

- A ella no le dices que cierre la boca. ¿Qué es de Popkin y Dinky Diddydums, los puedo usar entonces?- dije intentando molestarle igual.

Dudley no dijo nada. El esfuerzo por mantenerse sin pegarnos le estaba llevando toda su fuerza de voluntad.

- ¿Y a quién habéis estado pegando esta noche? - preguntó Harry, desvaneciendo su amplia sonrisa - ¿Otro niño de diez años? Sé qué a Mark Evans hace dos noches...

- Se lo buscó - gruñó Dudley.

- ¿Ah, sí?

- Fue descarado conmigo.

- ¿Sí? ¿Dijo que parecías un cerdo andando sobre sus patas traseras? Eso no es grosero, Dud, eso es la verdad.- sentencié.

Un músculo se movió incontrolablemente en la mandíbula de Dudley. Esto nos proporcionó la enorme satisfacción de saber lo furioso que estaba poniendo a Dudley; sentí que estaba desviando mi propia frustración hacia mi primo, el único desahogo que teníamos.

Giramos a la derecha hacia abajo del estrecho callejón donde habíamos visto por primera a Sirius y que formaba un corte entre Magnolia Crescent y Wisteria Walk. Estaba vacío y mucho más oscuro que las calles porque no había farolas. Los pasos de los tres eran silenciosos entre las paredes de los garajes de un lado y la alta alambrada del otro.

- Os creeis importantes llevando esa cosa, ¿verdad? - dijo Dudley después de unos segundos.

- ¿Qué cosa?- pregunté inocentemente.

- Esa cosa que estáis escondiendo

Harry sonrió de nuevo.

- No eres tan estúpido como pareces, ¿no? Pero supongo que si lo fueras, no podrías andar y hablar al mismo tiempo

Los hermanos PotterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora