Thaile.
Llego de nuevo a la hacienda, donde Perica y Kenny juegan en la piscina con Mike, que parece disfrutar cada momento. La escena es relajada, pero mi mente está en otra parte.
—Pensé que te demorarías más —me dice Barbie desde el comedor pequeño, donde está recostada bajo una sombrilla, disfrutando de una lata de cerveza y me ofrece una a mi.
—No fue gran cosa lo que hice —le respondo, apartando la bebida con desdén—. No me gusta.
—Claro, seguro que tienes gustos más refinados, como un buen vino... —dice con una sonrisa coqueta— o un secretario enternado...
Frunzo el ceño, sorprendida por su insinuación.
—Crees que no sé que lo fuiste a buscar? —su tono es ambiguo, y no estoy segura si es un reproche serio o solo uno de sus chistes de mal gusto.
—¿Celosa? —se ríe con desdén.
—No, pero no quiero que, por andar de calenturienta, nos metas en problemas. Ese hombre no es cualquiera.
—Relájate. Si te importa tanto, debes saber que él tiene asuntos más importantes que andar detrás de mí —replica con calma, dándole un sorbo a su lata de cerveza.
—Claro, ¿y qué hago ahora? —le pregunto con sarcasmo— ¿Un gráfico en Excel de las mismas chicas de antes?
—Calma, no te estreses antes de tiempo, reinita.
Le ruedo los ojos.
—Buenas tardes, mis florecitas —anuncia el hippie al llegar—. Prepárense, porque la jornada de hoy va a ser pesada.
—Seguro, señor —Barbie se levanta de inmediato—. ¡Salgan ya!
Demanda a quienes están en el agua y me dirijo al interior. Me cambio en mi habitación, eligiendo un vestido ceñido que encontré en una bolsa, probablemente un obsequio del hippie. También aprovecho el maquillaje básico que me dejaron en una cosmetiquera que pedí hace unos días.
Con el anochecer ya asentado, salgo para encontrar una camioneta esperándonos a las cuatro. Las demás lucen más arregladas de lo habitual, lo que me hace sospechar de los planos.
Minutos después, llegamos a un antro juvenil. Nos sentamos en una mesa apartada. Barbie hace pedidos de shots, y el polvo que Perica añade a las bebidas confirma que no son para nosotras. Kenny se levanta y ofrece los tragos a varios jóvenes que estaban disfrutando.
Sigo la simulación de ayuda cuando las chicas empiezan a sentirse mal, tambaleándose y sin poder mantenerse en pie. Alegan ir al baño, pero en realidad las sacan por la parte trasera y las meten en la camioneta. Hay cinco de ellas, y tres parecen menores de edad a pesar del maquillaje excesivo.
Nos trasladamos a un edificio antiguo que parece un motel. En la sala de espera, las chicas empiezan a despertar desorientadas y asustadas. Su miedo se manifiesta en gritos y llantos, y yo estoy al borde del colapso, deseando poder acabar con las malditas que tengo a mi lado. Pero me abstengo; Podría enfrentarlas, pero no a los centenarios de guardias de dos metros que patrullan afuera, y menos sin un arma.
—Bienvenidas a su eterno jardín, florecitas —les dice Barbie con una sonrisa cruel—. Ahora son nuestros. Sus identidades, sus vidas y sus cuerpos nos pertenecen.
El grito de las chicas llena el aire, y aunque me hierve la sangre, no puedo hacer nada sin refuerzos. Me quedo inmóvil, observando cómo Kenny hace sonar sus tacones altos para aumentar el pánico, mientras Perica agrega su propia dosis de crueldad.
—Ya, déjen de llorar. Eso no va a cambiar nada —les dice Perica con frialdad.
Las chicas me miran con desesperación, y me encuentro gritando:
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Tras de ti
Mystery / ThrillerElla tiene un objetivo: ir tras él. ¿Pero qué pasa cuando la leona empieza a compadecerse de su presa y comienza a verlo con otros ojos? Él, un político que está a punto de ascender junto a su partido, sin imaginarse que, a ciegas, le ha abierto las...