A la mañana siguiente el olor a comida despertó a la chica de ojos azules, los cuales sentía hinchados.
-Buenos días.-Dijo de manera adormilada mientras se sentaba para comenzar a comer.
-Buenos días Kagura-chan. ¿Dormiste bien?-Pregunto Shimpachi mientras terminaba de prepararles el desayuno.
-Eso no te incumbe, pervertido.-Contestó mientras comía su arroz.
-¡Solo quería saber si descansaste, eso no tiene nada de pervertido!-Contesto exaltado.
-Patsuan es muy temprano para que estés gritando-Decía Gintoki mientras llenaba su plato de comida, obviamente tenía resaca.
-Lo siento, Gin-chan. Por cierto Kagura-chan; toma.-Le entregó aquella sombrilla morada típica de ella.
-Pero donde...
-Okita-san me la entregó ayer en la noche, dice que la encontró en el parque. Debes tener más cuidado con tus pertenencias.
-¿El sádico...?-No termino de decir lo que quería dado a que recordó lo ocurrido la tarde anterior. Los brazos del chico rodeándola, su respiración sobre su nuca y las palabras de consuelo por parte del castaño. En ese momento por alguna extraña razón se sintió segura y el solo recordar ese momento causó que se ruborizara y se atragantara con su comida.
-Oye Kagura, ¿Qué significa esa reacción?-Pregunto un sobreprotector Gintoki.
-No sé de qué hablas.-Trato de mantener un semblante serio.
-No te hagas la tonta mocosa, bien que te ruborizaste.-Decía con mirada retadora.
-¿Estas ciego? No ves que me estaba ahogando.
-Sí, pero vi cómo te ruborizas en cuanto mencionaron a Okita-kun. ¡Nuevamente lo haces!-Reclamaba mientras le jalaba la oreja.
-¡Suéltame, bravucón!
-Gin-chan, suéltala.
-No te metas Patsuan.
El día gris de la yato había terminado y todo había vuelto a la normalidad o al menos casi todo.
Mientras que en el cuartel del Shinsegumi; Sougo se encontraba recostado en su habitación, sus ojos carmesí eran cubiertos por aquel antifaz rojo que siempre suele usar, pero no significaba que dormía, solo se encontraba pensando en una cosa y eso era en la chica de cabellos bermellón.
Anteriormente ha visto llorar a la chica por el danna o cosas triviales como un brazo roto, pero nunca antes la había visto con aquella mirada triste y de soledad. Perder a alguien importante es un hueco en el corazón y el chico lo sabía muy bien. Pero lo que mantenía con intriga al chico era el por qué solo pensar en aquel par de ojos azules llorando lo estremecía.
El sonido de unos pasos fuera de su habitación lo sacaron de aquellos pensamientos. Por un momento pensó ignorar a quien sea que fuese a llamar a su puerta, pero no escucho que tocaran, al contrario escucho como la puerta comenzaba a abrirse. Sin quitarse el antifaz estiro la mano para tomar su katana, la desenfundo y sin previo aviso la lanzo en dirección a la puerta.
-Oye Sougo ¿Cuánto tiempo piensas...?-Hijikata callo en cuanto vio la katana clavarse en el marco de la puerta a solo centímetros de su rostro.- ¡Pero que carajos te pasa!
-Ah, Hijikata-san creí que eras un ladrón.-Dijo de manera tranquila mientras se quitaba el antifaz.
-¡Esa no es excusa, pudiste matarme!
-Si eso pasara yo podría ocupar tu puesto.-Dijo mientras comenzaba a ponerse su uniforme.
-Maldito mocoso.-Tal vez el castaño ya no era aquel chico de diecisiete años que se la pasaba tratando de matar a Hijikata, ahora con veintiún años, era más maduro tanto físico como mentalmente, pero eso no era un impedimento para seguir siendo un sádico.-Bien, vine porque necesito que busques a la chica de la yorozuya.
Esas palabras captaron la atención del castaño.
-No me digas que ahora te gustan mucho más jóvenes que tú.-Comento mientras se colocaba la chaqueta.
-No digas tonterías. Tenemos un preso que dice conocerla y que no hablara con nadie que no sea ella.
-¿Y decides enviarme como mensajero? Deberías enviar a alguien más.
-Eso pensaba hacer pero este tipo dio varios problemas anoche y dejó a la mayoría lastimados. Tuvimos que negociar y mientras le demos alimentos no dará problemas.
-Bien, pero si mi vida corre peligro al intentar arrestarla tendré que matarla.-Comentó con aquella mirada sádica tan típica de él.
-Solo debes traerla, no arrestarla.-Decía el vicecomandante, pero el chico ya no le prestaba atención.
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Amor Inesperado
FanfictionLa semana mas larga de Kagura comienza; tristeza, enojo, descontrol y amor son parte de los problemas a comenzar, el causante principal Okita Sougo; el capitán sádico del Shinsegumi quien no solo se encargara de molestarla si no de protegerla del in...